Está pasando bastante desapercibida entre el gran público, pero Verde Prato es seguramente la gran sorpresa del panorama musical vasco de los últimos años. El proyecto en solitario de Ana Arsuaga (Tolosa, 1994) se ha salido del guion preestablecido al combinar sabiamente trazas del folk de tradición euskaldun con aires experimentales y una voz que flota misteriosamente sobre las canciones. La joven artista estremece y emociona sin adherirse a un estilo concreto y ya ha llamado la atención de la crítica -que la pone por las nubes- y de festivales de todo tipo, sobre todo aquellos especializados y con predilección por propuestas singulares como la suya. Ir al blog.
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