Hacia las 11 de la mañana del viernes 13 de marzo, la pasada edición del festival Mojo Workin’ estaba sentenciada de muerte. En teoría, esa misma noche la sala Gasteszena acogía los primeros conciertos, pero la amenaza del COVID-19 había desbaratado todos los planes. Ya era oficial. No había Mojo. Ir al blog
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