Miren Schnitger, su marido Aitor y sus hijos viven a día de hoy en Egia. «Si no fuera por mis suegros que nos acogieron estaríamos en la calle con los dos niños», dice Schnitger, que ha visto pasar de largo la promoción de las 162 viviendas de Txomin Enea como tantas otras oportunidades que aparecen y se desvanecen de un tiempo a esta parte para esta familia.
A día de hoy no trabaja ninguno de los dos, de hecho aprovechan para hacer un llamamiento a quien pueda ofrecerles un trabajo «en estos tiempos que son tan difíciles». En particular Aitor ha trabajado desde muy joven «haciendo de todo».
Miren y Aitor contactaron con Stop Desahucios cuando tras cuatro años de alquiler en Pasaia el dueño del piso no renovó el contrato porque necesitaba la vivienda para su hijo. A partir de ahí constataron que sería imposible volver a alquilar dentro del circuito habitual.
Sin trabajo y con ayudas sociales esta familia es uno de los casos que Stop Desahucios ha presentado hoy a la sociedad con el objeto de que el drama de la vivienda. Junto al caso de Miren Schnitger, la portavoz de la plataforma Rosa García se ha referido a las familias de Josune, Isabel y Estibaliz, otras tres mujeres que no pueden acceder ni de lejos a un alquiler común y que cuentan con hijos a su cargo.
El drama es muy angustioso: Isabel y sus cinco hijos viven pendientes de una demanda de desahucio por impago de tres cuotas del alquiler de 840 euros.
Rosa García ha vuelto a insistir: «Donostia es la tercera ciudad de España con los alquileres más caros«, ha dicho, instando a la Administración a poner freno a esta situación que deja la muchas familias en el camino.
Desde Stop Desahucios tienen claro el camino para resolver este problema: construir más viviendas sociales para alquiler, penalizar los pisos vacíos (unos 4.000 en Donostia) y controlar los precios del alquiler, insiste Rosa García, quien anima a mirar a la cara y a poner nombre a las familias que atraviesan dramas como los de Miren e Isabel.
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