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Cultura

Veinte años sin Chillida, la responsabilidad de un legado

"Heredas una responsabilidad que te lleva a pensar, siempre que hay que tomar una decisión, qué es lo que ellos habrían hecho", dice uno de los hijos del artista

Chillida Leku. Foto: Santiago Farizano

(Ana Burgueño/EFE). Este mes de agosto se cumplirá el vigésimo aniversario del fallecimiento de Eduardo Chillida. El museo que el escultor creó en Hernani ha sido fundamental para mantener vivo su legado, una tarea encomendada a sus hijos y para la que está asegurado el relevo generacional.

«Heredas unas obras pero a la vez heredas una responsabilidad que te lleva a pensar, siempre que hay que tomar una decisión, qué es lo que ellos habrían hecho en ese caso, qué les hubiera gustado que hiciéramos«, dice Luis Chillida, hijo del artista vasco, que habla en plural porque ni la vida ni la carrera de su padre se entenderían sin su madre, Pilar Belzunce.

Esa es la máxima por la que se han guiado estos años en los que Chillida Leku estuvo incluso cerrado al ser inviable sacarlo adelante sin ayuda externa.

El hijo del artista preside ahora la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce, tras haber sido responsable de Chillida Leku, que dirige Mireia Massagué desde 2018, cuando la prestigiosa galería suiza Hauser & Wirth había asumido ya la gestión del museo, cuya propiedad sigue en manos de la familia.

Nueva vida

Con la entrada de la Hauser & Wirth, «se abrió una ventana a algo diferente». «Lo que nosotros teníamos era mucha cercanía con la obra, pero había que desarrollar un proyecto museístico y eso era algo que nos venía grande», admite en un encuentro con EFE en el que también participan su hijo Mikel, que forma parte del equipo, y Massagué.

«El apoyo de la galería ha sido importantísimo, las cosas en estos cinco años se han desarrollado de otra manera», afirma.

Su padre habría «detestado» que el caserío y las campas de Zabalaga por las que se extiende su obra se convirtieran «en un mausoleo, en algo inmóvil». «Un espacio museístico tiene que mantenerse vivo y eso se ha ido consiguiendo», agrega.

La apertura del universo Chillida a otros artistas, con exposiciones como la de Antoni Tàpies de 2021 y la actual de Miró, son pasos que han comenzado a darse con ese fin, y al igual que con las obras invitadas; primero la escultura «Eye Benches III», de Louise Bourgeois, y después «Reaching Out», pieza figurativa de Thomas J. Price.

Hauser & Wirth se ha centrado en esta nueva etapa en «fortalecer y ampliar» relaciones con otras entidades nacionales e internacionales que no pudieron desarrollarse cuando el museo estaba «a medio gas», indica Massagué.

«Mantener vigente la obra de Chillida es parte de nuestro cometido. Lo interesante de este museo es la combinación entre lo que es la familia, a la que se le debe dejar ser familia, y la profesionalización en la gestión, que es lo que permite llevar un proyecto tan único y especial como Chillida Leku hacia una nueva etapa», destaca.

Subraya que Hauser & Wirth es «una palanca muy potente» para ayudar al museo de Hernani. «Es una de las principales galerías internacionales, y eso te da unas alas y unas herramientas que no tendríamos de otra manera», añade, tras remarcar que Chillida Leku tampoco olvida al público local para el que ha preparado una lista de actividades este verano, que incluye conciertos adscritos al Jazzaldia y la Quincena Musical.

Labor editorial

La labor editorial es otra de las vías para mantener viva la obra escultórica de Eduardo Chillida, que acabará con la edición del último de los cuidados volúmenes del Catálogo Razonado de Escultura, que estará listo a finales de este año, anuncia Luis Chillida. «Siempre hay cosas para explorar y seguir haciendo», afirma.

Tras el catálogo de obra gráfica y una vez concluido el de escultura, al que han dedicado 14 años, quedaría el de los dibujos del artista, que se presenta como una tarea «más complicada» porque es «un mundo muy amplio» al que hay que seguir la pista. Y no tan ordenado como el de su otra obra, de la que su galería, Maeght, llevaba un cumplido registro, aunque también han localizado piezas que no constaban en los cuadernos de la firma parisina, la mayor parte regalos de su padre a amigos.

«Es un trabajo bonito pero lento. Es algo que queda para la posteridad y da credibilidad el saber de dónde vienen las obras, dónde se han expuesto y que bibliografía existe sobre ellas», remarca.

«Hay que seguir pensando en lo que podemos hacer nosotros y lo que pueden hacer después nuestros hijos y las siguientes generaciones», señala.

El relevo

Chillida tuvo ocho hijos y muchos más nietos. Luis es el padre de Mikel, que ejerce ya de director de Desarrollo de Chillida Leku.

No fue consciente de la «dimensión» de su «aitona» casi hasta la mayoría de edad, lo que agradece, pues, de lo contrario, el creador, habría «empañado» al abuelo, que «era un inmenso artista, pero una mejor persona».

«Entiendo el arte a través de Chillida. El aitona nunca nos decía que no tocáramos las esculturas. Lo hacía muy fácil, era algo dentro de la cotidianidad. Y más que el arte, lo que nos ha marcado es el tándem que hacían mis abuelos, era algo tractor que te hacía ir a ellos. Es la razón de que toda la familia, a día de hoy, siga muy unida», comenta.

Está de acuerdo en que velar por el legado de Chillida es una responsabilidad, que además «necesita ser trabajada con la mayor profesionalidad que se pueda exigir a alguien».

«Me preocupo de que este lugar esté en el mejor estado posible. Va a hacer 20 años que él nos dejó, pero si lo hacemos bien aquí, lo seguiremos teniendo entre nosotros«, asevera.


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