A tres días de la cita con el público, los jóvenes de la Euskal Herriko Gazte Orkestra (EGO) vibran cuando piensan en que el domingo tocarán dirigidos por Gustavo Gimeno, en que les acompañará el violinista Julian Rachlin y en que serán protagonistas de la Quincena Musical donostiarra. Puestos a soñar despiertos, varios músicos de la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo acuden estos días a Musikene para trabajar codo con codo con ellos. ¿Qué más se puede pedir? «Estamos preparados y en el repertorio hay temazos», comentó para DonostiTik Miriam Moñux Ugalde, violinista de 21 años, quien reconoció que la emoción está a flor de piel.
En Musikene el trajín no se detiene un segundo estos días en que los ensayos se alargan hasta la noche. Es el encuentro de verano de la EGO, pero el reto de este año es más complicado, más importante y más ambicioso.
Más allá de la felicidad de los jóvenes, si faltaba algún aliciente para el público, el programa que se escuchará el domingo en el Kursaal es romántico y bien conocido: el Concierto para violín y orquesta op. 64 de Mendelssohn y la Sinfonía nº4 de Tchaikovksy.
Las entradas están agotadas y el director artístico de la agrupación, Rubén Gimeno (hermano menor de Gustavo), lo tiene claro: «Estoy convencido de que va a ser un gran éxito porque se han dado muchos ingredientes para esta gran comida».
Rubén Gimeno se hizo hace un año con la dirección artística de la EGO y no ve techos para la agrupación: «Tengo oportunidad de trabajar con otras orquestas y sinceramente aquí hay un gran grupo humano que funciona muy bien. Además esto lo recordarán para siempre, están viviendo una etapa muy bonita», destacó.
Haoxing Liang, violinista chino en la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo -bajo la dirección de Gustavo Gimeno-, trabajó el jueves por primera vez con los jóvenes de la EGO tras entusiasmarse (dicho por él mismo) cuando se lo propuso el director. «Estos jóvenes transmiten energía y vitalidad, tienen felicidad en la mirada. Musicalmente veo que reaccionan rápido, así que están preparados».
Con todos estos mimbres, Liang explicó a Donostitik que el reto principal no es otro que «llegar a respirar todos al unísono».
Son jóvenes, pero algunos también veteranos. Joanes Rubio entró en la EGO en 2017 y tiene 21 años. Y ayer reconocía que la dificultad del repertorio ha crecido notablemente esta edición. «Sobre todo el primer movimiento de Tchaikovsky es difícil de cuadrar y solamente ensayamos juntos cinco días», explicó. Sin embargo el reencuentro con sus compañeros le resultó «sorprendente» por lo fructífero que resultó. En este punto Laura Morales Torres, jienense que entró el año pasado en la orquesta y también es violinista, coincide: «Nos traíamos todos la lección bien aprendida de casa».
Cuestionado sobre el nivel de la EGO, Joanes Rubio, de Gernika, lo explica así: «Vamos a tocar con Gustavo Gimeno y Julian Rachlin. Eso resume el nivel de la EGO».
Javier Etxepare, nacido en Irun, lleva dos años en la EGO, e Iker Molina, de Bilbao, disfruta de sus primeros días en la orquesta. Tienen 18 años y 19 años respectivamente y ambos tocan el contrabajo. Gracias a este instrumento se conocen desde pequeños.
«El miércoles fue mi primer día, hay nivelazo, esto suena genial. Además se nota que hay muy buen rollo», dijo Iker, a lo que Javier añadió que la evolución de la orquesta es evidente y se pone de manifiesto encuentro tras encuentro.
Con Gustavo Gimeno y Julian Rachlin ya centrados en esta experiencia donostiarra (Gustavo Gimeno ya dirigió días atrás el concierto inaugural de la Quincena en el Kursaal con la pianista Yuja Wang acompañando a la Filarmónica de Luxemburgo, así que su presencia esta edición es notoria) solo queda afinar los últimos detalles para que el concierto del domingo resulte como se espera: una cita musical digna de ser recordada y la muestra palpable de que la EGO ha dado un salto importante y efectivamente no tiene techo.
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