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Urgull: El Museo San Telmo presenta un mapa y una app para conocer el patrimonio del monte

La iniciativa propone un recorrido para conocer la historia y la naturaleza del enclave con elementos pocos conocidos y fotografías

Imagen de archivo. Urgull. Foto: Santiago Farizano

Urgull es un lugar por el que la población donostiarra siente un fuerte arraigo sentimental y que despierta fascinación en los visitantes. Forma parte de la identidad y del paisaje de la ciudad y nos conecta con su historia. Con el objetivo de facilitar el conocimiento de la riqueza que atesora este enclave, el Museo San Telmo ha elaborado dos soportes que proponen un recorrido en el que se presentan los puntos más importantes de su patrimonio histórico y natural, este último con la colaboración de la Fundación Cristina Enea.

El mapa presenta la estructura de caminos y fortificaciones y propone un recorrido de baja dificultad para perderse en sus rincones. La versión de la aplicación incluye, además de este recorrido, explicaciones sobre especies naturales, miradores paisajísticos y antiguas fotografías de la colección del museo. Se trata de 22 fotografías antiguas, una muestra del fondo del museo, que con más de 140.000 fotografías y documentos es uno de los más antiguos e importantes de la ciudad y del territorio, tanto por su variedad de procesos técnicos como por su contenido histórico.

Entre las fotografías seleccionadas para la app, destacan las del fondo González Galarza. Desde 1910 aproximadamente, Gregorio González Galarza y su hijo Carmelo fotografiaron con detalle los monumentos principales de la capital guipuzcoana, y consiguieron auparse como principales representantes de la fotografía comercial a través de sus tarjetas postales. Se convirtieron en referencia gráfica fundamental de Donostia y de los pueblos del territorio más conocidos en los años 1920, 1930 y 1940. También se han seleccionado dos imágenes de Hermenegildo Otero y Valentín Marín, fotógrafos pioneros que a finales del siglo XIX emplearon una tecnología que se abría camino en su tiempo.

El itinerario arranca en el propio Museo San Telmo, donde se puede solicitar el mapa y descargar la app, que una vez instalada funciona sin necesidad de conexión. La aplicación, que se titula URGULL, se puede descargar gratuitamente para teléfonos y tabletas con Android e iOS.

Este recorrido es un ejemplo de que el patrimonio ayuda a conocer el pasado y, sobre todo, a entender el presente e imaginar el futuro.

Patrimonio histórico:
La situación estratégica y fronteriza de la villa ha marcado la historia de la ciudad especialmente del siglo XVI hasta finales del XIX. Hay que pensar en una población que durante siglos convivió con guarniciones militares tratando de mantener su actividad económica y viendo cómo gran parte de sus diezmos eran destinados al refuerzo y construcción de nuevos elementos militares. La población donostiarra siempre prefirió reforzar las murallas bajas que rodeaban la ciudad, antes que aquellas que se situaban en el monte.

El Monte Urgull ha pertenecido al Ejército hasta hace un siglo. Este hecho, entre otros, dificultó la construcción del Paseo Nuevo o el abastecimiento de la población en la fuente de Bardocas, originariamente de uso exclusivo de las instalaciones militares del monte. El 24 de agosto de 1921 el Ayuntamiento compró el monte y los cuarteles de San Telmo al ramo de guerra, a un precio de 1.500.000 pesetas, para dedicarlo “a jardines, parques y servicios de uso público, o de interés general”.

Dio inicio al derribo de todas sus estructuras militares, que suscitó un gran rechazo popular. La muerte del ingeniero Leiva en la explosión del cuartel de Santiago detuvo definitivamente las voladuras del monte. Este suceso da cuenta del cambio de la percepción del patrimonio de principio de siglo, cuando se incrementa la sensibilidad para mantener el legado de tiempos pasados. Hasta entonces la arquitectura militar era absolutamente funcional, construida, puesta a prueba y en constante remodelación.

Por ello debemos entender que las numerosas transformaciones de las fortificaciones del monte Urgull son el reflejo de ese pasado bélico de la ciudad, siempre vivo y con la necesidad constante de adaptarse a los cambios en la teconología de guerra. Con muchas dificultades, la ciudad permaneció imbatida hasta 1719, en el asalto del duque de Berwick. Son muchos los proyectos que no llegaron a ejecutarse en su totalidad, muestra de las dudas sobre su eficacia y también de las tensiones entre las necesidades, los recursos y las estrategias políticas de cada momento.

El monte ha estado por tanto en transformación constante, sin olvidar las obras de restauración- reconstrucción de 1963, en el 150 aniversario del incendio de la ciudad, y las intervenciones posteriores, que han tratado, con mayor o menor acierto, recuperar la imagen de antaño.

Patrimonio natural:
La parte paisajística y natural del monte es también algo relativamente reciente, propio de la mirada contemporánea, impensable en otros tiempos en los que se peinaba el monte de árboles para evitar que los disparos enemigos prendieran fuego en el monte, lo que debilitaría la defensa de la plaza. Hoy podemos disfrutar de las vistas de la ciudad, su urbanismo y paisaje natural. Este recorrido incluye cuatro miradores, uno por cada punto cardinal, que son una invitación para detenerse un momento y disfrutar de las vistas.

Podemos encontrar además, diferentes especies que se han adaptado a las características del monte, con zonas abiertas al litoral o otras más resguardadas. Vemos así plantas aptas para un ambiente salino y de fuertes vientos como el tamariz o el hinojo marítimos, especies propias de Urgull como la lagartija de Urgull o la armeria euscadiensis u otras que han sabido adaptarse al medio como la salamandra o las gaviotas, con gran capacidad de aprendizaje y adaptación.

No podemos olvidar la historia geológica de Urgull, aquella que nos remite a millones de años atrás, que nos muestra que Urgull fue en su origen una isla como Santa Clara perteneciente a la misma edad geológica que Ulia. Los materiales arrastrados durante años por el río Urumea se fueron depositando en su desembocadura, amontonándose, entre corrientes y oleajes, terminando por crear un tómbolo que unió Urgull a tierra firme convirtiéndolo en un monte rodeado de arenales.


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