Dicen desde Undermount que del viejo gallinero quedan “seis gallinas y un gallo… Nada más”. Pero casi diez años después de su puesta en marcha, el espacio cultural autogestionado y de alma libre del barrio de Igeldo sigue en sus trece. Lo que comenzó como un trampolín y punto de encuentro alternativo de artistas de distinto signo (músicos, artesanos, escritores, creadores) continúa dando cabida a la palabra creación “en todas sus formas y expresiones”.
Entre otras actividades, en la actualidad ofrecen cursillos semanales de cerámica (“técnicas manuales de construcción tanto en baja como en alta temperatura y el esmaltado de las piezas”), torno alfarero (“con terracota y el esmaltado de las piezas”) y grabado (“abierto a todas las personas; a quienes lo descubren por primera vez o a los que ya tienen nociones consolidadas”). El precio de estos talleres es idéntico en los tres casos, 80 euros al mes.
El espacio que Laura, Óscar, Patricia, Marta, Andrea y otros amigos y conocidos remodelaron y dieron forma hace una década se encuentra ubicado muy cerca del Observatorio Meteorológico de Igeldo, justo al otro lado de la carretera del restaurante Etxe-Nagusi. “Una de nosotras conocía el lugar, hicimos una labor de investigación sobre la propiedad y lo conseguimos”, cuentan. En sus inicios partieron con mucha ilusión y un propósito muy ambicioso: “Llenar de arte, moda y música este antiguo gallinero y que con tiempo y esfuerzo se pudiera convertir en un espacio para diseñadores, artistas emergentes, fotógrafos, músicos, pintores…”.
El plan ha tenido idas y venidas, pero el espíritu se mantiene intacto después de todos estos años. Undermount es un lugar vivo y dinámico, “un proyecto que se va reformulando continuamente. Empezamos cinco socias, ha habido algún cambio desde entonces, pero funcionamos de la misma manera: tenemos bastante curro de organización y todo lo hacemos nosotras”, explican. Cualquiera que haya visitado las instalaciones coincide: el entorno natural es de los que hechiza, con la inmensidad del Cantábrico haciendo compañía y el característico paisaje verde de la zona alrededor del edificio. “Las vistas son alucinantes. No nos cansamos de mirar al mar”, aseguran.
Si no se dispone de coche, la línea 16 de Dbus con destino a Igeldo sale del centro de la ciudad cada media hora y cuenta con una parada a escasos metros de Undermount. El recorrido desde Okendo se completa en transporte urbano en unos 30 minutos. ¿La localización es un quebradero de cabeza y un privilegio al mismo tiempo? “Ya no es un hándicap”, responden, “o al menos no lo vemos así. Para algunos no es cómodo acceder, pero Undermount tampoco va dirigido a grandes públicos, sino que está pensado para aforos pequeños”.
Sus puertas siempre han estado abiertas a que en los casi 200 metros cuadrados del caserón reformado pasen cosas interesantes. La celebración del primer aniversario de Kontenedora, otro colectivo culturalmente inquieto y subterráneo de la ciudad, con sede en Amara, es un buen ejemplo de ello. La asociación montará en Undermount un evento multidisciplinar el próximo sábado 27 de mayo, a partir de las 16 horas (8 euros), donde además de performances y la sesión de dj de Lehior, el plato fuerte llegará con las actuaciones de los grupos Olor y Paja.
Los domingos que no ofrecen talleres o cursos de ningún tipo en Undermount se lanzan sin miedo a la moda del vermú, con la particularidad de que se dejan acompañar por «invitados especiales»; el día 11 de junio, por ejemplo, el cuarteto de blues, rock y americana Motelas dará un concierto.
El viejo gallinero reconvertido en centro artístico y cultural ha sido testigo de muchos momentos mágicos e irrepetibles desde diciembre de 2013. Uno de ellos fue la actuación del delicado cantautor canadiense Barzin un fin de semana al mediodía. “Fue la bomba”, afirman tajantes, “lo recordamos con mucho cariño. Ha habido algunos otros que también nos han dejado huella, como Buffalo o Joseba Irazoki”. Y puestos a elegir, se quedan con Mullita, un festival de cerámica que atrae a artistas y ceramistas “de todo el Estado” y que este año se celebrará los días 23, 24 y 25 de junio. “Trabajamos a destajo para que siga funcionando, y ya vamos por la cuarta edición”, subrayan.
Después del fatídico tiempo perdido durante el coronavirus (“cuando menos nos supuso una fase de incertidumbre y reflexión”) en estos momentos disfrutan de un momento dulce y “tranquilo”, habiéndose convertido en “referentes” en disciplinas en torno al diseño y la artesanía natural, particularmente en el ámbito de la cerámica. Y además, dicen, continúan picotenado “aquí y allá”, colaborando con otras entidades e instituciones como muestra de su adn colectivista e inclusivo. “Creemos en la comunidad y creación de redes, no tanto por la supervivencia sino porque estas dinámicas nos permiten aprender, favorecer la red artística y pasárnoslo bien”, culminan.
Deja un comentario