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Una obra escrita en un campo de concentración nazi, el sábado en las Matinées de Miramon

Las Matinées de Miramon reanudan su programación este sábado, 12 de enero. Y lo hacen con la séptima cita de

Matinées de Miramon. Foto: OSE.

Las Matinées de Miramon reanudan su programación este sábado, 12 de enero. Y lo hacen con la séptima cita de la temporada, que estará protagonizada por Cuarteto Waimea, compuesto por tres miembros de la OSE, la Orquesta Sinfónica de Euskadi -Xabier Gil (violín), Jon Larraz (violonchelo) y Juan Navarro (clarinete)-; y por Amaia Zipitria (piano). Y han elegido para disfrute del público una obra escrita en un campo de concentración de la Segunda Guerra Mundial, el Cuarteto para el fin de los tiempos del francés Olivier Messianen, cuya historia –que repasamos más abajo- es increíble.

La actuación se desarrollará en la sede de la OSE a las 11.00 horas de pasado mañana sábado. Las entradas, que cuestan 7 euros, se pueden adquirir a través de euskadikoorkestra.eus, en la taquilla del Auditorio Kursaal y el mismo día del concierto, si hubiera disponibilidad de aforo, en la taquilla de la sede.

Además, la OSE pone a disposición del público un servicio gratuito de autobús para llegar a su edificio: parte a las 10.25 horas de Gipuzkoa Plaza 4; y realiza paradas en Sancho El Sabio 18 y Avenida de Madrid 34.

Las Matinées de Miramon cuentan desde su creación con el apoyo de Kutxa Fundazioa.

Estreno en el infierno
Olivier Messiaen es uno de los más importantes músicos del país galo en el siglo XX. Al poco de comenzar la Segunda Guerra Mundial, a la edad de 31 años, Messiaen fue capturado por el Ejército nazi y llevado a un campamento para prisioneros de guerra ubicado en Görlitz, territorio actualmente polaco.

De camino al campamento, Messiaen le enseñó al clarinetista Henri Akoka, también prisionero, los primeros bocetos. Messiaen se unió a Akoka y a otros dos compañeros prisioneros que también eran músicos profesionales, y escribió un cuarteto de combinación instrumental, gracias a algo de papel y un lápiz que le consiguió el guarda Carl-Albert Brüll.

El Cuarteto para el fin de los tiempos fue estrenado en el propio campamento, a la intemperie y bajo la lluvia, el 15 de enero de 1941, ante un público compuesto de 400 compañeros prisioneros y varios guardas. Brüll fue quien les procuró los instrumentos para poder llevar a cabo la interpretación, aunque estaban en pésimo estado.

La obra se compone de ocho movimientos, y refleja a la perfección los matices que muestra el autor en toda su carrera compositiva, como son la fuerte militancia en el catolicismo y la obsesión por el canto de los pájaros como material sonoro.


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