Con 21 m² de zonas verdes por habitante, la gestión de los parques y jardines de Donostia no es una cuestión secundaria. En este contexto se ha presentado esta mañana en el Ayuntamiento, de la mano de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la “Guía de gestión diferenciada para la mejora de la biodiversidad en parques y jardines de San Sebastián”. «Donostia es verde», ha incidido la concejala de Desarrollo Económico y Ecología Marisol Garmendia. Y lo cierto es que la Organización Mundial de la Salud recomienda un mínimo de entre 10 y 15 metros cuadrados de espacio verde por habitante y aquí se superan con holgura.
Con esta guía, resumida en un tríptico que será distribuido próximamente, se aclaran las pautas de gestión de los espacios verdes urbanos. Garmendia ha destacado que llevan años trabajando en una mejor gestión de los citados parques y jardines «sin olvidar los efectos que el cambio climático pueda ocasionar”. También ha recordado que los espacios verdes de las ciudades mejoran la salud física y mental de la población. De todo ello se hablará también el 28 de febrero en una visita a Cristina Enea.
«Tenemos una calidad de arbolado muy interesante, una red de parques muy bien distribuida y con potencial», ha añadido la concejala refiriéndose a Cristina Enea, Aiete, el parque Harria de Altza, Ametzagaña, el parque fluvial del Urumea…
Las pautas
Olatz Aizpurua, bióloga de Aranzadi y co-autora de la guía, ha señalado que “una forma de gestionar es la zonificación de los espacios en función de su uso. Un gran parque urbano puede admitir desde una gestión altamente intervencionista y tradicional, por ejemplo una zona de césped sometida a cortes frecuentes y a la plantación de flores ornamentales, o puede registrar una ausencia de gestión destinada a recrear una estructura forestal natural”.
El objetivo es ampliar paulatinamente esta gestión diferenciada a todo el municipio. Para ello es necesaria una formación continua del personal técnico responsable de la gestión de parques y jardines, en paralelo a una sensibilización de la ciudadanía.
“Por ejemplo, una parcela de parque con césped cortado frecuentemente tendrá menor capacidad para albergar múltiples especies de plantas, insectos y otros invertebrados y aves que si ese mismo césped se corta con menor frecuencia y se deja que la vegetación crezca y complete su ciclo”, ha señalado Aizpurua en la presentación.
Por otro lado en esta guía se propone la gestión de zonas verdes sin el uso de productos biocidas, así como promover alternativas biológicas a los insecticidas.
Frente a las plagas la guía recomienda potenciar la existencia de controladores biológicos con la presencia de fauna auxiliar como aves, murciélagos…
La guía también aboga por la plantación de flora autóctona y por reducir las podas “agresivas” (aquellas que apenas dejan ramas en el árbol). «Se propone abandonar la plantación de especies invasoras, elaborando un plan de sustitución progresiva de especies vegetales alóctonas por especies autóctonas».
En la guía se recomienda aumentar la superficie de arbolado, respetar en la medida de lo posible el proceso natural de envejecimiento de los árboles del municipio, evitar la retirada sistemática de madera muerta y hojarasca de los parques porque tienen un papel esencial en los ecosistemas, o generalizar el uso de cajas-nido para aves y refugios para murciélagos en espacios verdes con arbolado.
Incluso se recomienda que en los parques coexistan otros elementos de interés como los muros urbanos, las charcas y zonas húmedas y la importancia de mantener el uso de parques y jardines con actividades compatibles con la conservación de la biodiversidad.
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