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Una década de Dabadaba: la sala de conciertos que reina en solitario en Donostia

En su décimo aniversario se consolida como el claro y casi único referente musical de la ciudad

Durante un concierto en 2022 en la sala Dabadaba. Foto: Dabadaba

En 2014, un callejón semiescondido de Egia no parecía la mejor opción para cambiarle el rostro musical a una ciudad entera. Una zona a la que los habitantes del centro de Donostia le daban sistemáticamente la espalda por quedar “a desmano”. O quizás sí. Diez años después de su apertura, la sala de conciertos que sustituyó al antiguo local de billar Snooker es el principal punto de referencia de la música en directo en la ciudad. Y casi el único. Exceptuando la actividad intermitente de las casas de cultura y de los espacios institucionales (teatros, Kursaal), con Doka en barbecho por unas reformas, Altxerri cerrado y Bukowski en fuera de juego desde hace ya tiempo, la sala se resiste a pasar página en un momento delicado para la música en vivo.

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El callejón de Mundaiz. Foto: Dabadaba.

Dabadaba se ha convertido en una especie de irreductible aldea gala donde se disfruta de una rica y abundante oferta de conciertos. Los fines de semana, el espacio muta y se transforma en un club nocturno que atrae a un público mayoritariamente joven. Todo empezó la noche del 29 de marzo de 2014. En la apertura de la nueva sala donostiarra tocaron los barceloneses El Último Vecino, por entonces puntales del nuevo revival 80s, y un gamberro grupo de rock and roll de Pamplona llamado Los Jambos. La inauguración oficial, no obstante, llegó dos semanas después de la mano de la extinta promotora Ayo Silver! en un evento al que bautizaron como Aló Dabadaba y que tuvo lugar los días 11 y 12 de abril. Durante dos noches, y a un precio de risa (12 euros), tocaron un total de seis bandas con las estadounidenses La Luz como plato fuerte del minifestival.

Desde entonces Dabadaba ha recibido parabienes por una propuesta ecléctica y abundante que conecta con los gustos de un público muy heterogéneo. El irunés Verano González encaja en ese grupo de melómanos guipuzcoanos que desde sus inicios ha hecho de este lugar una extensión de su casa. Su grado de afinidad con la sala es tal que en su discurso enfatiza claramente que ha habido un antes y un después con el local. “Antes del Daba (a. DB.) la programación de conciertos se dosificaba con cuentagotas”, explica González. “Recintos como el polideportivo o el velódromo de Anoeta hace muchísimo que no ofrecían nada en este sentido y, en cualquier caso, bandas para audiencias pequeñas contaban para tocar con pocos locales privados y un maravilloso espacio en Jareño [Egia Kultur Etxea] pero con una programación distanciada. La apertura del Daba fue como un advenimiento”, proclama.

¿Hoy se podría abrir otro Dabadaba en San Sebastián, con los alquileres por las nubes y el circuito de salas de música en crisis? Iñaki Otalora, uno de los socios del club de Egia, es bastante claro al respecto: “En estos diez años han pasado muchas cosas en Donostia, y encontrar un lugar para desarrollar una actividad musical profesional está aún más complicado que antes”, asegura. Todo cambia, incluso en un periodo de tiempo tan corto como este. Además, la pandemia aceleró la desaparición de muchos locales y espacios de todo tipo, afectando especialmente al comercio de proximidad y los negocios más humildes.

Al principio los caminos entre Ayo Silver! y Dadabada se entrecruzaban continuamente, ya que dos de los tres cabecillas de la promotora musical se habían lanzado a la aventura de abrir una sala de música en directo. Los conciertos que organizaban en Bukowski pasaron a formar parte de la programación habitual de Dabadaba, por lo que todo quedaba en casa. Durante los primeros tiempos, la música de guitarras de espíritu alternativo fue protagonista y una pata importante de la programación venía de la mano de Ayo Silver!.

En verano de 2014 la sala tuvo un primer hito con el concierto de Black Lips. Las 250 entradas se agotaron con más de 24 horas de antelación y el grupo de Atlanta llevó al público a un desparrame absoluto. Más adelante, las fiestas de música electrónica y los sonidos urbanos como el hip hop y el trap fueron calando y se hicieron un hueco en la programación. El colectivo donostiarra Nimu y sus fiestas Nimu Pipol, junto con la electrónica de corte vanguardista del club mensual Paraleloan, sirvieron para abrir el foco más allá del pop, del rock o del soul, y despertar el interés de un público cada vez más amplio y diversificado.

Aquellas citas con la música de baile fueron el germen de la renovada sala Dabadaba, que en 2018 culminó una reforma en la que se profesionalizaba el espacio y se mejoraba notablemente su acústica. Todo era igual pero distinto. González compara este ensanchamiento estilístico con un goloso caramelo. “Soy muy ecléctico y una sala con semejante cantidad de programación y de estilos tan variados es un caramelo. Bueno, caramelo… es un adoquín de Zaragoza. A nivel musical ha supuesto que haya muchísimos fines de semana que no puedas asistir a todo porque las opciones se solapan. Esto antes era impensable”, comenta.

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La barra después de la reforma de 2018. Foto: Dabadaba.

Durante un tiempo, los siempre frustrantes solapamientos fueron muy habituales en las noches de viernes o sábado en Donostia y sus alrededores. Costaba un mundo elegir en el abanico de opciones que se diversificaba en varias salas, entre las que también se encontraban la céntrica La Cripta y un renacido Be Bop que pasó a denominarse Be! Club. Ninguna de las dos opciones duró demasiado. La primera desapareció del mapa de conciertos con la llegada de la pandemia, aunque en los meses anteriores al coronavirus ya daba síntomas de agotamiento y su oferta había menguado sustancialmente. La Cripta, ubicada en la calle Easo, tuvo una fugaz reaparición con una actuación navideña de corte solidaria que se celebró en 2023. Oficialmente no ha habido más. En el caso del bar Be! Club ya solo se limitan a organizar jam sessions los jueves por la tarde.

Intxaurrondo KE: la alternativa
Desde Donostia Kultura han volcado una parte importante de la oferta musical a revitalizar Intxaurrondo KE a través del circuito municipal Dkluba. El grupo de hip hop y reggae de Irun Kulto Kultibo (13 de abril), la banda indie gallega Triángulo de Amor Bizarro (20 de abril) y Doctor Deseo (20 de mayo) son las actuaciones que allí están previstas para las próximas semanas.

Alrededor de la sala Doka todo son interrogantes y sus responsables no se atreven a pronosticar una fecha de regreso. El único y pequeño consuelo que les queda es que algunos de sus conciertos más potentes (los próximos: Anestesia, 26 de abril; un festival encabezado por Herenegun, 27 de abril; y Kerobia, 3 de mayo) se están trasladando a la casa de cultura de Intxaurrondo, por lo que pueden mantener una mínima actividad. De momento, Dabadaba resiste prácticamente en soledad frente a todo y todos: solo en este mes de marzo acoge un total de 17 eventos de música en directo.

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La ventana de la terraza exterior. Foto: Dabadaba

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