Con mucha fe. Y esta vez, más que nunca, contra viento y marea. Así se enfrenta Opus Lirica a su primera propuesta de este año, nada más y nada menos que el Réquiem de Mozart, que quiere que suene con escenografía el 19 de febrero en el Kursaal donostiarra. La pandemia ha descolocado todos los planes del grupo: ha tenido que abandonar su ubicación habitual para ensayar, la Iglesia de Zorroaga, y el toque de queda tampoco lo pone fácil. Pese a todo Opus Lirica sigue adelante, empujada, además, porque la obra elegida es un homenaje a las víctimas del Covid-19. Así lo reconoce la soprano Ainhoa Garmendia, al frente del grupo.
Opus Lirica empieza el año con el Réquiem de Mozart acompañado de escenografía. ¿Qué nos puede contar de la propuesta?, ¿tiene que ver con el momento histórico -y oscuro- en que nos encontramos?
Es una propuesta innovadora, con tecnología e inédita. Con un mensaje muy actual. De la mano del director de escena Pablo Ramos vamos a aportar la parte escénica y a embellecer la obra, si cabe. El coro está formado por 35 personas que son de distintas agrupaciones, contratadas una por una. Y tendremos a 30 músicos en el foro. Elegimos esta obra por varios motivos. Pero de primeras porque es una misa de difuntos que encaja con el momento actual y pretende ser un homenaje a las víctimas del Covid.
La anterior cita con Opus Lirica, la ópera Don Giovanni, fue muy bien acogida por el público donostiarra. ¿Habrá ópera este año o se van a decantar por otros repertorios?, ¿tienen ya definido el resto del programa para 2021?
Nos gustaría seguir en la línea de Don Giovanni, pero no podemos cerrar los ojos a la situación que vivimos y sus muchas restricciones. Tenemos más ideas para este año, pero hay que ver si podemos programarlas. Hay que respetar la esencia de la ópera, que requiere de un equipo muy amplio, de muchas horas, de muchos medios. En este momento no resulta posible.
¿Cómo ha afectado el confinamiento y la pandemia a Opus Lirica?, ¿qué valoración hace del sufrimiento que está soportando el sector cultural?
Una vez más el Estado se está olvidando del sector, incluso han descendido las ayudas que había antes. Y si no podemos vender entradas (son 400 las que se permiten en el Kursaal) y tampoco tenemos ayudas… Curiosamente más que nunca la cultura es necesaria como evasión. Eso se sabe. Pero las restricciones nos dan de pleno.
Opus Lirica pasó un bache hace un par de años, sobre todo en materia de relación con las instituciones. ¿Cuál es la situación ahora?
Hemos pasado ese bache y hemos ganado fuerza. Nos apoyan las mismas instituciones que nos apoyaban entonces y en la misma medida. Aspirábamos a más pero no se ha dado. Ahora estamos golpeados por la pandemia, pero a la vez tenemos cada vez un equipo mejor para seguir luchando. Estamos en ello y con proyectos de futuro.
Precisamente el año pasado usted valoraba la posibilidad de intentar acercar la música a las escuelas. ¿Han podido avanzar en este asunto?
Sí. Desde la convicción de que la música es esencial en la formación de los niños igual que se hace en otros países. Tenemos un proyecto muy interesante, pero habrá que esperar a que pase la pandemia. Como con todo…
Requiem de Mozart, 19 de febrero, Kursaal
Iker Sánchez Silva, director de música
Pablo Ramos, Carlos Crooke, director de escena
Ainhoa Garmendia (soprano), Lucia Gómez (mezzosoprano), Beñat Egiarte (tenor), Xavier Casademont (bajo)
Orquesta y coro OPUS LIRICA
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