«Un baño de bosque (‘Shinrin-yoku’ en japonés) es una práctica de bienestar basada en la naturaleza», explica Violeta Torán, de Basona, quien se encargará de dirigir la sesión programada para el próximo 16 de septiembre por Fundación Cristina Enea en el monte Ulia (será en euskera).
El objetivo de estas prácticas que comenzaron a desarrollarse hace 40 años en Japón, cuenta Torán, es «conectar con la naturaleza a través de los sentidos». Y es una práctica que, según diferentes estudios, aporta beneficios tanto físicos como mentales.
En teoría las sesiones de baños de bosque sirven para «reforzar el sistema inmunológico, mejorar la salud cardiovascular y evitar el sedentarismo», además de que ayudan a «gestionar el estrés y fomentar habilidades como la memoria, la concentración, la creatividad y la intuición».
La sesión de baño de bosque se llevará a cabo el próximo 16 de septiembre en el monte Ulía, tiene un coste de 5 euros por persona y es necesario inscribirse previamente aquí.
El origen
Shinrin-yoku, esta técnica japonesa en la que convergen naturaleza y salud, nació en Japón a principios de la década de los 80 como una herramienta para recuperar la conexión con la naturaleza y obtener un beneficio directo para la salud. Busca mejorar el bienestar, aliviar el estrés y fomentar el descanso. Se basa en principios de atención integral: apertura de los sentidos a la atmósfera del bosque moderando la velocidad al caminar por el bosque, respirando el aire del bosque y fomentando la conexión emocional con el paisaje.
Además puede ser una terapia para las conexiones sociales y aumentar el capital social para ayudar a la integración.
En la actualidad esta técnica se está experimentando en diferentes ciudades y territorios con numerosos estudios que constatan que la salud de las personas está mejorando.
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