(EFE). El padre de una adolescente guipuzcoana aquejada de anorexia ha reunido 75.000 firmas en menos de tres meses a través de una campaña en la plataforma change.org para reclamar al Gobierno Vasco la creación de una unidad especializada en trastornos alimentarios en Euskadi.
Según recoge el progenitor en su iniciativa, a pesar de residir en Lezo, su hija, de 17 años, se encuentra ingresada en Albacete a causa de la anorexia nerviosa que padece desde hace cerca de dos años.
«A sus 15 años nuestra hija, Nagore, quedaba con sus amigas, se apuntaba a mil planes y tocaba el saxofón. Pero un día se empezó a apagar. Se aisló en su cuarto, no hablaba, no comía, parecía deprimida. Pensamos que podría ser por el confinamiento a una edad difícil, pero era mucho más», relata este hombre en su petición.
«En unos meses empezó a perder dos kilos por semana -explica-, se quedó sin fuerza, le dolía hasta vestirse. No era capaz de bailar. No tenía aliento para tocar el saxofón. Cada comida en casa se volvió una tensión, no quería tomar ni agua. Llegó un punto en que balbuceaba, porque ya no podía ni hablar», indica.
«Ahora Nagore tiene 17 años y una grave anorexia diagnosticada. Y por si la enfermedad no fuera lo suficientemente destructiva, está ingresada a 700 km de casa, en Albacete, porque en toda nuestra comunidad autónoma (País Vasco) no existe ni una sola unidad médica pública especializada para su enfermedad», se lamenta este hombre.
En su solicitud, el padre explica que la alternativa para su hija pasa por pagar «5.000 euros al mes» o comenzar a «peregrinar «de comunidad en comunidad, rogando que allí donde sí hay centros específicos, alguien la quiera ingresar».
«Y todo sabiendo que el tiempo corre rápido y podrías llegar demasiado tarde para salvar a tu hija de su enfermedad», advierte, antes de insistir en su reclamación al Departamento de Salud del Gobierno Vasco para que, «como han hecho ya otras comunidades», ponga en marcha «urgentemente» una unidad pública especializada en trastornos de la conducta alimentaria.
«No es justo. Salvar la vida de tu hija no puede depender de si vives en una u otra comunidad», insiste, antes de desvelar cómo un día la familia descubrió que Nagore «se había hecho cortes en los brazos», una situación «muy grave» ante lo que no sabían «qué hacer».
«Pagamos un psicólogo privado. La cita para el psiquiatra se la daban tres meses después. Si esperamos tres meses se nos muere», advirtieron en ese momento hasta que, «desesperados» y sintiendo que la «perdían», acudieron al servicio de urgencias y la «ingresaron tres meses», tras lo que «se pasó el año 2021 entrando y saliendo de la unidad de agudos infanto-juvenil del hospital Donostia», donde «los profesionales hicieron lo que pudieron», aunque resultó «insuficiente».
«Fueron ellos mismos los que nos recomendaron buscar una unidad especializada. Lo contrario habría sido dar a nuestra hija por perdida, cronificar su enfermedad, dejarla marchar», concluye la solicitud de este padre.
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