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Tribunales

Un médico del Hospital Donostia admite que espió a compañeras en el vestuario

La defensa ha llegado a un acuerdo de conformidad con la acusación particular y el Ministerio Público, que ha accedido a rebajar su petición de pena hasta un año y medio de prisión

Hospital Donostia. Foto: Santiago Farizano

(EFE). Un médico del Hospital Universitario Donostia ha admitido este jueves que espió a través del sistema informático del centro a dos de sus compañeras en una dependencia que había sido habilitada «transitoriamente» durante la pandemia como vestuario para el personal femenino.

El procesado, que inicialmente se enfrentaba a una petición de tres años y dos meses de cárcel por parte de la Fiscalía de Gipuzkoa, ha reconocido ser responsable de un delito de revelación de secretos durante el juicio por estos hechos que se ha celebrado esta mañana en el Juzgado de lo Penal número 2 de San Sebastián.

Al inicio de la vista, su defensa ha llegado a un acuerdo de conformidad con la acusación particular, que ejercían las víctimas, así como con el Ministerio Público, que ha accedido a rebajar su petición de pena hasta un año y medio de prisión, una condena que sin embargo el procesado no tendrá que cumplir ya que le ha sido suspendida con la condición de que no vuelva a delinquir en los dos próximos años.

Además, el procesado deberá abonar una multa de 1.440 euros y compensar a cada una de sus víctimas con 4.000 euros, cantidades que, por otra parte ya ha abonado.

Igualmente ha sido inhabilitado para ejercer su profesión de durante el tiempo de la condena.

Según el escrito de acusación del Ministerio Público, al que ha tenido acceso EFE, los hechos se remontan a marzo de 2020, fecha en la que el acusado era médico «especialista» en el citado centro hospitalario lo que le permitió disfrutar de una «credencial de usuario genérico» para el uso de un determinado programa informático.

No obstante, esta credencial también conllevaba aparejados «privilegios de autorización» para acceder a otros equipos informáticos, circunstancia que el inculpado aprovechó con el fin de presuntamente «vulnerar la intimidad ajena, transgrediendo la confianza» en él «depositada».

De esta manera, desde la sala en la que él trabajaba, el médico accedió «en modo remoto» a un equipo situado en otra dependencia del hospital que «venía siendo utilizada transitoriamente como vestuario por el personal femenino» con motivo de la pandemia del covid-19.

Una crisis sanitaria que había llevado a las trabajadoras a «modificar la vestimenta» que empleaban hasta entonces, así como a «evitar aglomeraciones de personas en espacios reducidos» cambiándose en otras dependencias diferentes a las habituales.

El documento del Ministerio Público aclara que, para evitar ser descubierto y «enmascarar» su uso indebido, el inculpado manipuló el equipamiento informático «tapando el testigo luminoso que indicaba que la cámara web y el micrófono» del dispositivo estaban en funcionamiento.

El texto concreta que el hombre buscó de esta manera «conocer el contenido de las conversaciones» y la intimidad de sus víctimas mediante el «acceso remoto» a «imágenes y sonido» de las perjudicadas, que el hombre captó «en las primeras horas de incorporación del personal a su jornada laboral».

Una actividad que llevó a cabo al menos «en un total de catorce ocasiones, entre los días 27 y 31 de marzo de 2020, y otras dos en abril» del mismo año, como fue posible «constatar» a pesar de que el médico empleó un programa para borrar los datos albergados en el ordenador que utilizaba.


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