(EFE). La madre donostiarra maltratada y al borde del desahucio, con un hijo menor a su cargo, podrá pasar la Navidad en su casa tras haber accedido el juzgado aplazar hasta el 31 de diciembre el lanzamiento del piso de alquiler social en el que viven, según la diligencia de ordenación del asunto a la que ha tenido acceso EFE.
Rosa (nombre ficticio) y su hijo viven en esta situación desde el pasado abril y en paralelo afrontan un procedimiento judicial como víctimas de malos tratos.
La situación límite de esta familia llevó a Rosa el pasado junio a dar a conocer públicamente su caso a través de los medios de comunicación.
Vulnerabilidad
Tras lograr acreditar la situación de «vulnerabilidad» de Rosa y de su hijo, su letrada, Beatriz Rodríguez Aparicio, consiguió una primera prórroga del desahucio, en función del decreto de medidas del Gobierno para hacer frente al covid-19 en el ámbito social y económico.
No obstante, cumplido el plazo del 30 de septiembre marcado y aún en una situación límite, volvió a reclamar una segunda prórroga que también le ha sido concedida ahora, aunque únicamente hasta el 31 de diciembre, también según recoge el citado decreto.
Un plazo escaso pero que, según ha explicado Rodríguez Aparicio a EFE, permitirá a Rosa y a su hijo «seguir peleando» y a ella presentar nuevos escritos para intentar lograr la suspensión del desahucio.
Violencia de género
Se da la circunstancia de que el marido de Rosa ha sido procesado recientemente por el juzgado de Violencia Sobre la Mujer como posible autor de un total de ocho delitos cometidos en el ámbito de la violencia de género y de la violencia doméstica, y su caso se encamina ya hacia el juicio.
«Puta de mierda, zorra, golfa, te voy a cortar el cuello y a joderte la vida», son algunas de las expresiones a las que tuvo que hacer frente durante su matrimonio, mientras su marido presuntamente propinaba «puñetazos, patadas y golpes a puertas, paredes y a otros objetos del domicilio», en ocasiones en presencia de su hijo menor de edad, según recoge la orden de protección de la que goza Rosa.
Esta orden detalla también las presuntas «agresiones físicas de carácter más grave» que padeció por parte de su esposo, quien «ocasionalmente» habría golpeado también a su hijo y a vejarlo a raíz de su físico, llamándole «gordo, foca o tractor».
Los malos tratos se suman además a la precaria situación económica por la que atraviesa Rosa tras la quiebra durante la pandemia del negocio de hostelería que regentaba en la capital guipuzcoana, coyuntura que se agravó el pasado 24 de abril, cuando fue admitida a trámite la demanda de desahucio de su vivienda de alquiler social, interpuesta por el Gobierno Vasco por una deuda de 17.363 euros en concepto de rentas impagadas que le ha llevado a la situación actual.
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