El 18 de junio está prevista la última visita de la temporada a los depósitos de agua de Ulia y prácticamente no quedan plazas, tal y como narra Xabier Elizalde, de la asociación de vecinos. Las visitas de esta primera mitad del año han estado sujetas a bastantes problemas, pero eso no quita para que desde la entidad tengan claro que en septiembre volverán a pedir permisos al Ayuntamiento para retomar las incursiones «y mantener la llama y el interés no sólo por los depósitos, sino por todo el parque».
Todavía pocos donostiarras conocen este enclave tan especial que dotaba de agua a la ciudad en 1900 y es un espectáculo para la vista. Y eso que desde que la Asociación de Vecinos de Ulia tomó la iniciativa de reabrir los depósitos y enseñarlos el interés ha sido creciente.
Los problemas de este año en la concesión de permisos se saldaron con mejoras en el acceso (escalera y barandilla) y el amparo de la Fundación Cristina Enea, entidad con la que la asociación llegó a un acuerdo para incrementar la seguridad en las visitas. Pero según Elizalde, una vez termine la temporada el 18 de este mes, vuelve a ser una incógnita qué ocurrirá a partir de septiembre. «Queremos que el parque y los depósitos se sigan enseñando. Y si en vez de un domingo al mes son los cuatro domingos, mejor. Queremos mantener viva la llama y el interés por este enclave que es un valor importante para la ciudad. De hecho Aranzadi ya ha dejado claro cuál es el valor no sólo de los depósitos, también de los viveros». Así que desde la asociación insisten: que la gente conozca el lugar y lo viva.
El recorrido que guían Elizalde y otro miembro de la asociación, tanto en euskara como en castellano, permite recorrer la historia de Donostia unida a la de la provisión de agua para la ciudad. «Parece mentira, con lo que llueve aquí, cómo ha costado traer el agua», explican. Se remontan entre otros hitos al año 1500, cuando en esta ciudad había unos 3.500 habitantes de los cuales un tercio eran soldados; al boom turístico motivado por los veranos monárquicos, que llenaron la ciudad de veraneantes y multiplicaron las necesidades de agua, y a la construcción de estos depósitos de agua a finales del siglo XIX, impecables a día de hoy y con una estética sorprendente. Lo cierto es que la búsqueda de agua ha dejado una huella patrimonial muy importante en el monte Ulia.
Los interesados en las visitas, ya sea en esta última o en las que presumiblemente se retomarán en septiembre, deben ponerse en contacto con la Asociación de Vecinos de Ulia por medio de la web o en el 943279953.
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