Juntos hemos buscado (y encontrado) el Santo Grial y el Arca de la Alianza, hemos sobrevivido por los pelos dentro de un frigorífico a una prueba nuclear, nos hemos tirado de un avión sin paracaídas, hemos luchado y escapado muchas veces de las garras de los nazis, penetrado en la ultrasecreta Área 51 y rescatado de una sangrienta secta a niños de una pequeña aldea de India tras una cena no apta para vegetarianos y estómagos sensibles. Todo ello al ritmo de unas notas musicales míticas (tiroriro-tiroríííí…) de John Williams y bajo la ‘batuta’ de un cineasta, Steven Spielberg, que, como el protagonista de estos filmes, nunca ha dejado de ver el mundo con sus ojos de niño y, por tanto, de convertir en películas sus sueños de aventuras.
Porque si eres Indiana Jones, de eso va la cosa, de vivir intensamente hazañas y empresas arriesgadas para salvar el patrimonio y la historia antigua (“Esto tiene que estar en un museo”, es una de sus frases más repetidas) aunque los métodos no siempre sean los más ortodoxos y los resultados (los lugares por los que pasa suelen quedar destruidos) los más deseables. De hecho, en el año 2008 la prestigiosa revista ‘Archaeology’ le calificó como “terrible arqueólogo” pero, a la vez, como el mejor “embajador” que ha tenido esta ciencia y el que más vocaciones ha despertado entre los niños que crecieron vieron sus películas.
Porque Forrest Gump no es el único personaje cinematográfico metido en todas las ‘salsas’ de la Historia o la intrahistoria, como matizaría Miguel de Unamuno. Las peripecias de Henry Walton Jones Junior son también las del convulso siglo XX, narradas, eso sí, desde la perspectiva heroica de este personaje que, de vez en cuando, deja las aburridas clases en la Universidad Marshall y sale de la rutina (en ocasiones saltando por la ventana de su despacho) en busca de grandes piezas arqueológicas ataviado con su característicos sombrero fedora, látigo, cazadora de cuero y bolsa de mascarilla antigás.
Y es precisamente esa necesidad de Indiana de pasar a la acción cuando la ocasión lo requiere (casi siempre porque un amigo le pide ayuda) y el que, sin proponérselo, acabe fastidiando los planes lo que hace de este personaje creado por Steven Spielberg y George Lucas alguien con el que es muy fácil identificarse (y, claro está, enamorarse). “Casi siempre acaba en problemas porque comete errores”, señaló hace tiempo Frank Marshall, coproductor de la saga. “No es un héroe perfecto”, agregaría Spielberg. A pesar de ello, en un ránking sobre los mejores héroes de la historia del cine que el American Film Institute realizó en el año 2003 quedó en segundo lugar, sólo superado por Atticus Finch (Gregory Peck), el protagonista de ‘Matar un ruiseñor’ (1962).
Más allá del puro entretenimiento (que también y del bueno), la saga de Indiana Jones ha dejado un buen número de escenas icónicas que hoy forman ya parte de la Historia del Cine como la de Harrison Ford corriendo delante de una gran bola gigante de piedra que amenaza con aplastarle al apoderarse de una figura precolombina y hacer saltar la seguridad del templo; la angustiosa, frenética (y divertida) búsqueda del antídoto para salvar su vida en un cabaret de Shanghai tras un ‘Anything Goes’, de Cole Porter, homenaje a las películas musicales de los años 30; las pruebas que debe superar para conseguir hacerse con el Santo Grial o simplemente cómo entra en escena en ‘El reino de la calavera de cristal’ (2008) recogiendo su sombrero (por él, de gran valor sentimental, ha arriesgado en más de una ocasión su vida) y proyectando su reconocible perfil en sombra sobre un vehículo. Y es que la nostalgia siempre ha estado muy presente en la propia saga fílmica a través de guiños a películas anteriores y a los rasgos más emblemáticos de un personaje que es uno de los más icónicos de la cultura popular.
Si la primera de sus aventuras cinematográficas comienza en el año 1935 en Shanghai e India, gracias a la serie televisiva ‘El joven Indiana Jones’, que se emitió en los años 90, sabemos que, a sus 93 años (allá por el año 1992), sigue estupendamente… Así que, si Spielberg y George Lucas vuelven a ponerse de acuerdo, volveremos a ponernos el fedora, cogeremos el látigo, la cazadora de cuero y la bolsa de la máscara antigás y mientras oímos de fondo musical un tiroriro-tiroríííí viviremos junto a él más aventuras.
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