Fotos: Santiago Farizano
¡Hola a tod@s! Madame Butterfly se estrena hoy en el Kursaal dentro de la 80 edición de la Quincena Musical donostiarra. La obra compuesta por Giacomo Puccini es una de las óperas más emotivas, tristes y conmovedoras. Se dice que si tocamos las alas de una mariposa nunca podrá volar. Y es lo que hace el oficial Pinkerton al empeñarse en que esa exótica mariposa sea suya a toda costa sin importarle que para ello tenga que quebrarle las alas. Esa es la historia de Madame Butterfly, un precioso y triste sacrificio de amor.
Ainhoa Arteta es la geisha Cio-Cio San en esta producción del Palau de les Arts de Valencia ambientada en Nagasaki en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial. La ópera narra los amores de un oficial de la Marina norteamericana, Pinkerton, con Cio-Cio San, una geisha conocida como Madame Butterfly, a quien abandona poco después para regresar a Estados Unidos. El drama se desencadenará cuando, tres años después, regresa a Japón con su esposa americana y conoce que de su relación con Madame Butterfly, que ha estado esperándole todo este tiempo, ha nacido un niño.
Con el libreto original como idea previa y las pautas del director, el figurinista comienza a trabajar en la elaboración del vestuario. Analiza la obra, los personajes, se documenta sobre la época en la que transcurre y plantea qué vestuario tendría que llevar cada uno de los personajes que aparecen en la obra. Tiene que tener clara la naturaleza del espectáculo, los personajes-actores, los requisitos de movilidad y espacio, la decoración y ambientación en general. Una vez aprobada la propuesta de vestuario, desarrolla el proyecto, diseña los patrones e indica todas las especificaciones para pasar al taller de producción. Se encarga de supervisar la correcta confección de las prendas además de colaborar con el escenógrafo, si no es él mismo, para buscar una coherencia estética y ambiental.
La diseñadora de vestuario encargada de esta producción ha sido Mónica Teijeiro. Por un lado, se ha mantenido el estilo tradicional japonés mientras que se ha adaptado el vestuario occidental a los años 40, época en la que transcurre la historia. Ha trabajado todo en conjunto para que funcione: volúmenes, texturas, gamas cromáticas con base neutra. Una producción como esta requiere de entre 5 y 6 meses de trabajo previo al estreno “aunque puede variar dependiendo del tipo de proyecto”.
Es muy importante la organización y tener ideas claras desde el principio. “Todo el vestuario de Madame Butterfly es nuevo, aunque hay algunas prendas alquiladas, otras confeccionadas y otras transformadas”. Para ello se recurre a fondos de vestuarios: empresas de alquiler y confección que disponen de un amplio catálogo de trajes de época. Los dos uniformes que luce el tenor Marcelo Puente caracterizado como B. F. Pinkerton, teniente de la marina de los EE. UU, están confeccionados a medida: en blanco para el primer acto y en azul para el tercero.
De los tres kimonos que luce Ainhoa Arteta en la representación, dos están pintados a mano por la propia Mónica como si fueran grandes lienzos. Confeccionados en seda blanca, uno con grandes flores en tono naranja, teja, ocre y hojas verde musgo con trazos de plata, el otro con mariposas rotas en cobre, lila, púrpura, oro y plata. El blanco como símbolo de la pureza e inocencia de la protagonista que a pesar de la destrucción que le rodea sigue viviendo con la esperanza de que su amado vuelva.
Con un amplio recorrido profesional como figurinista y escenógrafa, Mónica Teijeiro es la primera vez que hace Madame Butterfly. Ha intentado “que el espectador tenga el poder de identificar determinados códigos cuando ve la obra”. Lo más complicado, el coro, “conseguir dar armonía al conjunto sin que resulte monótono”. “Es lo que más tiempo y concentración requiere ya que los solistas son muy claros”. Lo ha trabajado como un cuadro donde se pueden distinguir entre los amigos y el pueblo. Los primeros con kimonos de seda antiguos de gran colorido, preciosos bordados y maquillaje más marcado, los segundos en tonos más oscuros, tejidos más sencillos y maquillaje muy sutil.
El tiempo de caracterización de un personaje puede variar en función de las características del mismo. Una media hora, mínimo, por personaje, entre vestuario, maquillaje y peluquería. Colocar una peluca supone unos 15 minutos. Ponerse un kimono, llevan 3 piezas, entre 10-15 minutos. El maquillaje es tema aparte en este tipo de representaciones: entre 10 y 15 minutos es lo normal dependiendo si es más o menos elaborado. Los protagonistas tienen asistencia personal para todo el proceso sin embargo los grupos, personal del coro, lo hacen entre ellos. Con el fin de optimizar el tiempo, se ayudan unos a otros, siguiendo unas pautas marcadas por la dirección y tienen una supervisión final, por si necesitaran retoques, antes de salir a escena.
Meses de ensayo y producción para apenas 3 horas de representación. O como el coro, en este caso concreto, 5 horas de preparación previa para poco más de 10 minutos en el escenario. Con un enorme equipo de personas entre técnicos de luz y sonido, dirección, producción, figurinista, comunicación, acomodadores entre otros, que, dependiendo la producción, pueden llegar a ser de hasta 200 personas. Mucho trabajo y esfuerzo entre bambalinas que no se ve pero que los espectadores debemos apreciar y recompensar con una gran ovación.
La ópera se puede disfrutar desde muchos puntos de vista: musical, estético, puesta en escena o en conjunto, entendiendo todo. Además de tratar sentimientos universales que pueden haber sucedido en cualquier parte del mundo. Madame Butterfly es un ejemplo claro ya que encontramos múltiples emociones: locura, alegría, amor, esperanza, ingenuidad y desesperación. Y ante su trágico final no queda más que un vacío y un gran suspiro. “Con honor muere quien no puede conservar la vida con honor”. ¡Hasta pronto!
Dado q será una función maravillosa me encantaría verla, y voto para q sea yt transmitida en TV y podamos así disfrutar los amantes de la ópera.