Desde el pasado viernes 1 de abril, la 4ª planta de Tabakalera acoge la exposición de Las Cosas de Valen con un mensaje muy especial. Valentina Palmero, dueña de la tienda de confecciones en Zumaia, se ha volcado en los últimos meses en dar una nueva vida a los chalecos salvavidas del atunero de rescate marítimo AITA MARI. Los chalecos que recibe directamente del pesquero han sido fundamentales a la hora de salvar vidas de las personas migrantes en el Mediterráneo.
Es en este momento donde Valentina convierte los chalecos en originales bolsos y mochilas. Parte de la recaudación por la venta de estos artículos los destina de nuevo al AITA MARI para que el voluntariado del atunero pueda seguir rescatando personas que huyen de sus países en busca de una vida mejor.
Venezolana de nacimiento llegó a Zumaia hace 20 años y su historia se pasea por diferentes disciplinas artísticas: ballet clásico, flamenco, diseño gráfico, arquitectura, fotografía, gastronomía, moda… “todas son parte de lo que hago y lo soy. Me considero creadora de cosas y de momentos”, así es como se define la diseñadora.
Junto con su madre Gladys montó el taller en la ciudad costera. Doce años hace ya de esto y es aquí donde, tras mucho tiempo aprendiendo el oficio y quemando muchas telas, nace Las Cosas de Valen. Nace como como respuesta a una necesidad personal de contar historias a través de los complementos de moda creados artesanalmente, con materia prima local o reciclada y materiales fuera de uso como son la redes de pesca del puerto de Getaria. Una marca abierta y en constante evolución.
Inmersa en su nuevo proyecto en colaboración con el pesquero AITA MARI, la propia Valentina no puede olvidarse de sus orígenes y el sentido que lo hace tan especial. “Yo soy inmigrante. Mi país desde hace años sufre una crisis migratoria sin precedentes. No busco hacer comparaciones, simplemente sé lo que duele tomar la decisión de dejar todo para buscar un futuro mejor y sobre todo sé que es algo que nos puede pasar a cualquiera. Digamos que la pandemia hizo el resto del trabajo. Durante dos años me dediqué a trabajar y a ayudar desde nuestro taller. Descubrí que cuando la intención es noble todo empieza a tener sentido y a funcionar. Descubrí que ganamos más, y no hablo de dinero, ayudando a los demás”.
Es a finales del 2020 cuando la asociación de Salvamento Marítimo Humanitario les propone hacer Upcycling con los chalecos salvavidas de su barco de rescate AITA MARI, un antiguo pesquero del puerto de Getaria. Estos chalecos por normativa de la Unión Europea y náutica internacional ya no pueden ser usados como dispositivos de seguridad para salvar vidas en el mar. En las cosas de Valen aceptan la propuesta y contribuyen a que sigan salvando vidas, ¡ahora fuera del mar!.
Como hemos comentado antes, esta idea lleva consigo una importante sensibilidad que la hace aún más emotiva. Según la propia diseñadora no podemos dejar a un lado las señales: “Aita Mari, José María Zubia es Zumaia y el barco Estela Maris es Getaria. La sostenibilidad del proyecto. Para vincularlo con la trayectoria de nuestra marca decidimos incorporar las redes de pesca fuera de uso del puerto de Getaria, materia prima principal y con la que, en cierto modo, ahora rescatamos el tejido de los chalecos. Damos otra vida a materiales que acabarían en el fondo marino contaminando el medio ambiente. La parte solidaria, ya que una parte de las ventas de todos los productos de esta línea se devuelven a SMH para continuar con la labor. También me gustaría destacar la acción de los voluntarios en las diferentes fases del proyecto, como es el caso orfebre donostiarra, Mikel Aranburu, quien ha diseñado una pieza fabricada con material reciclado, exclusivamente para Otra vida en la red. Sin duda, SMH nos ha dado una razón para seguir trabajando en lo que creemos, nuevos amigos y conexiones increíbles”.
El proceso de creación de las mochilas es bastante complejo y largo. Primero se reciben los chalecos que posteriormente tiene que vaciar, limpiar y secar. Luego hay que descoser cada uno de los chalecos cuidadosamente. Este paso lo hacen con ayuda de voluntarios y familiares ya que puede llevar dos horas de trabajo aproximadamente. Una vez elegido el diseño, se corta y se aplican las redes de pesca al tejido. Se confecciona cada una de las piezas. Para terminar no solo cautiva su packaging sino que además vuelcan todas las imágenes del proceso personalizado de cada mochila en una web garantizando la trazabilidad del producto. ¡Un plus que lo hace más especial si cabe!.
No podemos dejar de preguntarle qué siente al hacer realidad este proyecto y ser partícipe de una acción que ayuda a personas a buscar una vida mejor. Sonriente nos contesta que “muchísima satisfacción y sobre todo libertad. Saber que con nuestras manos, ideas y esa materia prima, los residuos, podemos crear algo útil, bonito y duradero y además poner un grano de arena para mejorar el mundo, no sólo respetando a las personas sino también el medio ambiente… es inexplicable.
Amante del baile flamenco, de donde le surge parte de su inspiración, seguirá vinculada a SMH con este proyecto a nivel difusión, impartiendo talleres y contando la historia porque como dice Valentina: “con todo lo que hacemos, tiene que haber “un algo más” en eso que hacemos”.