(Magdalena Tsanis/EFE). Con su director, el austriaco Ulrich Seidl, ausente debido a la polémica que ha precedido a su proyección, «Sparta» ha entrado este domingo en la competición por la Concha de Oro con un crudo e incómodo retrato del instinto pedófilo que ha sido recibido con tímidos aplausos.
La polémica surgió a raíz de un reportaje del semanario alemán Der Spiegel que acusaba a Seidl y su equipo de poner a los menores en situaciones abusivas durante el rodaje en Rumanía y de no informar a sus familias sobre la temática del filme y se acrecentó cuando el Festival de Toronto la retiró de su programación.
San Sebastián la ha mantenido, en estreno mundial, aunque Seidl, que ha negado esas acusaciones, canceló su visita a última hora para no «ensombrecer» la recepción de la película y dejar que ésta hable «por si sola», según un comunicado difundido ayer.
Implacable pero sutil, Seidl se asoma en «Sparta» a la lucha interna de un hombre con inclinaciones pedófilas sin mostrar escenas abiertamente sexuales con los menores y trata de que el espectador se ponga en su incómodo lugar. La tragedia se masca constantemente sin que llegue a materializarse.
El actor austriaco Georg Friedrich se pone en la piel de Ewald, un hombre de mediana edad que vive con su pareja hasta que no puede seguir negándose que no la desea y se va. En un pueblo donde nadie le conoce decide rehabilitar una vieja escuela y recluta para ello a los niños de la zona, a los que da clases de judo.
Juega con ellos y se gana su complicidad, les hace fotos con las que luego se atormenta. Sus ojos se fijan especialmente en un niño sensible con un padre alcohólico y maltratador empeñado en enseñarle que «hay que ser mezquino». Por el contrario, Ewald se muestra protector y cariñoso y se gana la confianza del pequeño.
Seidl maneja la tensión narrativa y el terror a plena luz del día y desnudo de artificio. Habitual de festivales como Cannes o Venecia, su cine se caracteriza por asomarse a los rincones más oscuros y contradictorios del ser humano y por incorporar actores no profesionales y dejar que cierta dosis de realidad se filtre en la ficción.
Por ejemplo, en «Amor», primera entrega de la trilogía «Paraíso», hablaba del turismo sexual en África e incorporaba al filme a chicos que realmente se dedicaban a ello.
El reportaje de Der Spiegel lo acusaba de someter a los menores a situaciones emocionalmente abusivas y recogía el testimonio de algunos padres que decían desconocer la temática del filme.
Según los testimonios recogidos en él, el menor que interpreta al chico del que se enamora el protagonista tenía en la vida real una situación problemática, con un padre violento y alcohólico, circunstancia que Seidl supuestamente conocía.
«Tengo el más grande de los respetos por mis actores y nunca tomaría ninguna decisión que pudiera de alguna manera poner en peligro su bienestar físico y mental«, ha defendido Seidl en un comunicado.
El director sostiene que el reportaje de Der Spiegel está repleto de «descripciones incorrectas, rumores y acontecimientos en el rodaje de ‘Sparta’ sacados de contexto» y que «han sido transformadas en un retrato manipulado que no corresponde con los hechos».
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