«Si una semilla está bien regada, la música será armoniosa. Si le falta humedad, será más grave y triste. Y si la planta tiene demasiada agua, sonará hiperactiva». En Lekuona (Errenteria) las plantas se expresan gracias a la tecnología en un proyecto que igualmente cuenta con ingenieros que con músicos. Lo cuenta Guillermo Maceiras ‘Guille’, que esta misma semana viajará a Perú con la intención de dar voz a los árboles del bosque de la biosfera de Oxapampa.
«En este momento hay instalaciones en un volcán de Guatemala, por ejemplo. También en México y en Chile. Las próximas serán en Perú y Ecuador», narró Maceiras para DonostiTik, anunciando que en Gipuzkoa hay previstas tres estaciones más que previsiblemente estarán en Pagoeta, Arantzazu y Añarbe.
Detrás de este proyecto internacional con sede en Tabakalera está la financiación de la Diputación de Gipuzkoa (tanto de los departamentos de Cooperación como de Cultura), de UNESCO y de Ibercultura, así como de las instituciones locales donde se realizan las instalaciones.
«¿Hasta dónde nos gustaría llegar?», se plantea Maceiras. «Es imposible de predecir. En México empezaron por recoger plásticos, los cortaron, hicieron planchas y con eso construyeron las macetas y las casetas para pájaros donde se ha instalado la estación. Ahora quieren vender ese resultado como artesanía. Si todo va bien saldrán muchas ideas como ésta que beneficiarán a los grupos locales».
Esto, obviamente, más allá del objetivo inicial del proyecto, que incide en la concienciación ambiental a través de la cultura.
Guillermo Maceiras es un gallego afincado en Donostia. Trabajan con él dos donostiarras, Itziar Rubio y Xixili Fernández, ésta última radicada ahora en México. Con ellos están Estuardo Díaz, un guatemalteco que es programador; el chileno Chris Chierego, la mexicana Camila Balzaretti y el brasileño Frederico Barbosa. Y se han sumado también el informático Luis Mayorga del City Lab Yucatán, la gipuzkoana doctora en Sistemas de Telecomunicación Nora Barroso y el músico Ángel de la Llave.
Es un pequeño grupo permanentemente dedicado a Sonora Resiliente, pero hay centenares de personas alrededor y pueden ser miles, un crecimiento que llegará parejo a la creación de nuevas instalaciones.
¿Cómo surgió Sonora Resiliente?, de la mano de un grupo de consultores, la mayoría gipuzkoanos, que fundó la asociación Ventana a la Diversidad. En 2016 lanzaron Biocreativa con el objeto de buscar soluciones novedosas para la crisis ambiental. Y de ahí… gracias a un encuentro en Askizu (Getaria) nació Sonora Resiliente.
«En 2017 nos reunimos en Askizu gente de Colombia, México, Guatemala, españoles, gipuzkoanos… y mientras recogíamos plásticos del flysch de Zumaia para construir instrumentos de percusión, grabábamos sonidos naturales y artificiales. Aquello fue la semilla. Entonces apareció Estuardo, que es programador, y propuso hacer algo interactivo en internet con esos sonidos. Y en un proceso que yo cuento rápido, pero que fue muy largo, a otro colaborador se le ocurrió ponerles los sensores a las plantas«.
Gracias a estos sensores se miden biomarcadores que se traducen en música que a su vez se transmite en vivo por una página web. Actualmente la plataforma está en fase beta y solo hay conexiones periódicas de prueba, pero la idea es que próximamente la retransmisión de todas las estaciones resilientes sea permanente.
¿Sonora resiliente es cultura o es medio ambiente?, pregunta el visitante. «Son las dos cosas», asegura Maceiras. «Cada vez más estudios apuntan a que la comunicación sobre el cambio climático es nefasta porque se basa en el miedo o en los datos. Sin embargo el arte conmueve y moviliza. Y eso es lo que queremos. Conmover y movilizar».
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