(EFE). Impulsar el mecenazgo cultural para que menores en situación de desventaja puedan desarrollar su talento artístico es el objetivo del proyecto Mezenak Barreras Invisibles, impulsado por el Gobierno Vasco y la Fundación Fair Saturday, que busca ahora la complicidad de cien familias en Euskadi.
Las personas que ejerzan de mecenas, que deberán abonar una cuota mensual de siete euros, se comprometen a acompañar a estos niños y adolescentes en el acceso a la cultura, un elemento crucial para fomentar su desarrollo personal, asegurar la cohesión social y asentar pilares básicos de convivencia.
Esta iniciativa, que nació como un programa piloto en Bizkaia y se extiende ahora a todo el País Vasco, ha sido presentada este lunes en San Sebastián por la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, y la cofundadora de Fair Saturday y responsable del proyecto, Saioa Eibar.
Melgosa ha explicado que el programa permite mejorar la autoestima de los menores y contribuye asimismo a su desarrollo ya que las propias disciplinas artísticas les proporcionan nuevas herramientas cognitivas, sociales y emocionales.
Además, cursando estudios de este tipo, los niños y adolescentes entran en contacto con entornos diferentes y amplían su radio de relaciones, ha argumentado Melgosa, convencida de que la cultura y el arte «pueden ser instrumentos que faciliten la inclusión social».
El programa se aborda desde diferentes frentes ya que, por una parte, ofrece becas culturales en centros de estudio de reconocido prestigio para todos estos menores.
De forma paralela, las familias mecenas asisten a lo largo del año a diferentes eventos culturales con los chavales, al mismo tiempo que mantienen una relación estrecha con sus familias de manera que se genera una relación de confianza y conocimiento mutuo.
Acceder a eventos culturales genera además un mayor sentimiento de pertenencia a la comunidad para las familias en situación de vulnerabilidad que toman parte en este proceso, ha señalado Saioa Eibar, quien ha calificado de «pionero» este modelo de micromicenazgo civil que, según ha confesado, «engancha».
Ir al cine, asistir a un espectáculo de música callejero, acudir al teatro o escuchar a un cuentacuentos son algunas de las propuestas que pueden hacer los mecenas con los menores e incluso, según el caso, también con sus familias.
Los menores que pueden participar en este programa son chicos y chicas de hasta 17 años que pueden estar en situación de desventaja por distintos motivos, entre ellos, sufrir privaciones graves en materia de vivienda, residir en centros de acogida, pertenecer a una minoría étnica o tener alguna discapacidad o problema de salud mental.
El plazo para inscribirse en la iniciativa siempre está abierto. Solo hace falta rellenar un cuestionario en internet para poder recibir más información.
Si finalmente se decide dar el paso, el programa se encarga de poner en contacto al mecenas con la familia del menor para organizar una reunión en la que buscar puntos de conexión y establecer, sobre todo, vínculos y una relación de confianza mutua.
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