(EFE). La presentación del último número de la revista Grand Place de la Fundación Mario Onaindia ha reunido este viernes en San Sebastián a los exdirigentes políticos Nicolás Sartorius y Joaquín Almunia y a la jueza Garbiñe Biurrun, quienes han reivindicado la vigencia del movimiento sindical y el papel que éste debe jugar en una situación como la actual.
Con el título «Democracia y sindicalismo», Grand Place aborda en un número monográfico y con múltiples voces la labor desempeñada por los sindicatos y los retos a los que se enfrentan en un momento, además, en el que se les cuestiona desde diferentes lados, pues están quienes los consideran «innecesarios o perjudiciales» y los que creen que «se han acomodado o aburguesado», ha señalado el director de la revista, Felipe Juaristi.
El acto lo ha inaugurado el diputado foral de Cultura de Gipuzkoa, Harkaitz Millán, quien ha dicho que «el gran desafío» del sindicalismo hoy no sólo es «actuar como freno de las desigualdades socioeconómicas», sino «enriquecer la calidad de las sociedades democráticas, retadas y cuestionadas por totalitarismos y populismos».
Posteriormente, se ha celebrado una mesa redonda, moderada por el presidente del Consejo Vasco de Relaciones Laborales, Tomás Arrieta, y que ha abierto el exministro socialista Joaquín Almunia, responsable del área de economía de UGT entre 1976 y 1979, quien ha dicho que la economía de mercado está generando desigualdades «como no podíamos imaginar» y la labor de los sindicatos para hacer frente a esta coyuntura es fundamental.
Las centrales sindicales pueden «empujar» a las instituciones y a los responsables políticos «a que pongan a los sectores más débiles de la sociedad en primer lugar», ha señalado Almunia.
Ha destacado además la relevancia que tiene, y tendrá para el futuro, el diálogo social, y ha advertido de que «la política social europea tiene que jugar un papel mucho más importante» porque «es necesario reforzar la política social» en la UE.
Garbiñe Biurrun, presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, ha opinado por su parte que «el sindicalismo se ha ganado a pulso su posición constitucional en todos los países democráticos» y que es «trascendental el amplísimo terreno que su actividad tiene que tener en este momento» porque las desigualdades «no son exclusivamente económicas».
«Hay muchísimas desigualdades, de razas, de orientación sexual... y en todo ello el papel de los sindicatos es imprescindible. Escucho desde esferas políticas apelaciones a que el sindicalismo se limite a actuar desde el terreno que le es propio, pero hay un sinfín de intereses sociales que los sindicatos deben estar llamados a reivindicar», ha subrayado.
Ha remarcado que «la negociación colectiva tiene que cumplir un papel muy superior al que tradicionalmente ha tenido» y ha citado como ejemplo la ley del «sí es sí» en lo referido a la formación de los trabajadores sobre los derechos de libertad sexual.
A Biurrun le «duelen» las «pullas» que desde la política se hacen contra el sindicalismo, aunque también reconoce que tiene «una espina clavada» ante su «falta de agilidad», al igual que la de los «diferentes gobiernos» en España, en la regulación de la prestación por desempleo de las trabajadoras domésticas, pues tuvo que ser el Tribunal de Justicia de la Unión Europea «el que les ha sacado los colores».
Sartorius ha recalcado que es «injusto» que se asegure que el movimiento sindical «sólo vela por los intereses de los suyos», y ha añadido que en España, al contrario que en otros países, los convenios se negocian para todos y no únicamente para los afiliados, lo que explicaría «por qué la afiliación no es tan alta y sí la representatividad».
El exdirigente comunista, cofundador de CCOO, ha defendido el diálogo social y se ha preguntado «qué habría sido de España sin los acuerdos alcanzados por patronal, sindicatos y Gobierno en cosas complicadísimas».
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