La sierra de Aralar, siempre ha sido, para mí, un lugar profundamente mágico, un lugar que me aporta unas sensaciones que no siento en ninguna otra montaña, en la que mis viejas y gastadas botas han acertado a caminar. Aralar, de alguna secreta manera, me ha hecho lo que soy, pausadamente, siguiendo su ancestral ritmo natural. Ir al blog
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