Dijeron que sería una gala con ciertas dosis de parodia y se ha cumplido. Belén Cuesta (que no Rueda) y Nagore Aranburu han capitaneado la inauguración del Zinemaldia con agilidad y han logrado que el guión de Borja Cobeaga, Diego San José y Borja Echevarría con guiños a la ciudad y a los festivales (sobre todo a los de la competencia) haya funcionado.
Muy buena nota merecen los vídeos que se han proyectado sobre la sección Perlas («que debería llamarse Cannes») y el de la Sección Oficial, también fantástico, «¿qué tiene que tener una película para estar en la Sección Oficial?, hacer sufrir al público».
La obsesión por la gastronomía («ya sabemos que no se come en ningún lugar del mundo como aquí, pero queremos que venga Denzel Washington y lo diga») y el afán por el euskara han contribuido a hacer una gala diferente, quizá irregular, pero con un resultado muy de agradecer.
También se ha recordado a la desaparecida Yvonne Blake, se ha entregado el premio Fipresci a ‘El hilo invisible’, se ha felicitado a Versión Española por sus 20 años («Versión Estatal, dirían algunos para no decir española») y se ha dado paso al equipo de la película argentina ‘El amor menos pensado’ que abre la Sección Oficial pese a ser una comedia. Lo que han agradecido mucho Ricardo Darín («que ya no sabe si viene todos los años o es que no se ha ido nunca») y compañía.
El Zinemaldia, ahora sí, ya está en marcha.
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