La asociación patrimonialista Áncora ha pedido que se conserve el claustro del Colegio María Inmaculada pese a las obras previstas. «Corresponde rescatarlo por su interés simbólico y estético, integrándolo en los futuros usos de la parcela. Un anhelo razonable y técnicamente posible con el que todos saldremos ganando», afirma Áncora. En el lugar se plantea una operación urbanística que incluye la construcción de 320 plazas de garaje, una superficie comercial y un hotel de cinco plantas. Implica el vaciado integral del conjunto, del que solo se conservará parcialmente la fachada, así como la destrucción completa del claustro proyectado por Ramón Cortázar.
En un escrito la asociación se extiende más: «El valor de las construcciones no reside exclusivamente en su imagen externa: concurren aspectos tipológicos y estructurales que también merecen preservarse. Áncora viene denunciando el fachadismo imperante que arrasa con espacios de gran relevancia patrimonial, en especial portales históricos». Por ello acaba de registrar una instancia reclamando la conservación de este claustro, «que en ningún caso debería equipararse con un patio interior ordinario».
Se trata de un recinto que presenta un tratamiento arquitectónico elaborado y coherente. La ausencia de protección específica en la ficha del PEPPUC resulta difícil de justificar, teniendo en cuenta que constituye el núcleo del programa conventual.
La historia
Recuerda Áncora en su comunicado que los hermanos Luis y Benito Kutz, procedentes de Ulm, fundaron en 1872 su cervecería alemana, fábrica de hielo y bebidas gaseosas, situándola en el barrio de Puertas Coloradas.
Las primitivas instalaciones se ubicaron en el caserío Chofre Mayor, cuya denominación proviene de haber pertenecido en el siglo XVI al mercader Jofre Ibáñez de Yarza. El antiguo caserío (reconvertido en fábrica de cerveza) ocupaba aproximadamente el emplazamiento del actual Colegio de María Inmaculada (Avenida de Ategorrieta nº 17). En su proximidad había otro anexo más moderno y dispuesto perpendicularmente, que llamaban el «pabellón». Toda la finca estaba rodeada de arbolado y surcada por una regata que discurría a cielo abierto, siguiendo la moda de los ‘biergärten’ centroeuropeos.
La familia Kutz trasladó la brasserie al barrio del Antiguo y en 1914 promovió la urbanización de sus extensos terrenos de Ategorrieta. Se trazaron las alineaciones de las calles, iniciándose la edificación de una manzana residencial con espléndidos inmuebles diseñados por el arquitecto Luis Elizalde. El primero de ellos se erigió al pie de la plaza de toros del Chofre, frente al lugar donde se encontraba la histórica fuente y el lavadero del mismo nombre. Es la casa conocida como Viena-Praga (Plaza de Vasconia, nº 3), decorada con cerámica de Daniel Zuloaga, que incluye un torreón angular en forma de pirámide truncada.
En el límite opuesto de la parcela se creó otra manzana destinada a uso religioso-educativo. El solar de la cervecería alemana fue transformado en residencia del Servicio Doméstico (Hijas de María Inmaculada), congregación que educaba a las jóvenes, proporcionándoles colocación como empleadas de hogar.
Ramón Cortázar construyó en 1929 un convento neogótico, ordenado alrededor de un claustro que conecta las diversas dependencias: templo, habitaciones y escuela. En 1958 el arquitecto Luis Astiazarán dirige una reforma continuista que amplía la fachada principal y prolonga el conjunto hacia el Norte, suprimiendo el último vestigio de la cervecería para completar el claustro.
El convento se encuentra dividido en tres partes en función de sus usos: la residencia de religiosas, la iglesia (parroquia de San Pío X) y el centro educativo (María Inmaculada Ikastetxea).
Las monjas abandonaron su casa de San Sebastián en 2013, la parroquia cerró sus puertas el año pasado y finalmente la actividad docente va a cesar del mismo modo.
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