(EFE). Eduardo Chillida dedicó buena parte de su obra a artistas, filósofos, escritores y músicos a los que admiraba. Este 10 de enero, en que habría cumplido 100 años, el homenaje se lo ha rendido su ciudad, San Sebastián, a él, al creador, al pensador que llevó sus preguntas a cada una de sus obras.
El teatro Victoria Eugenia ha acogido el primer gran acto del centenario, presentado por Anne Igartiburu y Mikel Chillida, nieto del escultor, en el que la música y la danza se han intercalado con distintas intervenciones: las de su hija Susana, de los profesores de Filosofía Ricardo Pinilla y Ana María Rabe y de representantes institucionales.
El ministro de Cultura, Ernest Urtasun, ha cerrado los discursos en los que se ha ensalzado la figura de Chillida, a quien esta mañana también ha recordado el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con un mensaje en X -antes Twitter- en el que ha destacado sus «valores, sensibilidad y aportaciones al arte contemporáneo».
«Sus manos abrazaron los horizontes de todo el mundo y los transformaron en lugares únicos para el encuentro de la sociedad», añadía el jefe del Ejecutivo español sobre este «artista universal» que firmó su primera escultura en 1948 y creó más de 1.400 hasta 2002, año de su muerte, además de un importante obra gráfica.
Kandinsky, Miró, Juan Gris, Brancusi, Alexander Fleming, Gregorio Marañón, Parménides y el fraile matemático Luca Pacioli fueron objeto de los «homenajes» de Chillida, un hombre religioso que también rindió tributo a San Juan de la Cruz, a San Ignacio de Loyola y a Vivaldi, entre otros muchos.
No se olvidó tampoco de su venerado Bach, cuya música se ha escuchado esta tarde-noche en el Victoria Eugenia, antes y después del paso por el escenario de Susana Chillida, Ricardo Pinilla y Ana María Rabe, que han ofrecido una mirada sobre el artista vasco a través de las palabras del propio escultor y de otros, algunos a los que conoció y le influyeron, como Jorge Guillén, Bachelard y Heidegger, asimismo homenajeados por él.
Su hija Susana, doctora en Educación y cineasta documental, filmó a su padre para una película a finales de los años 90, de la que se ha proyectado un fragmento que ha permitido al público reencontrarse con el hombre que creía que Dios «está en todo», con el creador que se rebela «contra Newton» y la gravedad, con el pensador que medita sobre el tiempo, el vacío y el espacio, con el vasco que elogia la luz del Mediterráneo pero que reivindica como suya la del Cantábrico.
En el acto, organizado por la Fundación Eduardo Chillida-Pilar Belzunce en colaboración con el Ministerio de Cultura, el Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa y los ayuntamientos de San Sebastián y Hernani, han bailado Iratxe Ansa e Igor Bacovich de la compañía Metamorphosis y ha contado con actuaciones de la chelista de Musikene Mariia Slashcheva y del coro Landarbaso.
Además de Urtasun, los alcaldes de San Sebastián y Hernani, Eneko Goia y Xabier Lertxundi; la diputada general de Gipuzkoa, Eider Mendoza; y el consejero vasco de Cultura, Bingen Zupiria, han hablado y elogiado al artista, a un vasco que proclamó que «no existe ninguna causa que justifique el uso de la violencia» y que falleció sin conocer el fin de ETA.
Luis Chillida, hijo del escultor y presidente de la Fundación Chillida-Belzunce, ha hablado en último lugar en este homenaje a su padre, que se consideraba «una persona afortunada y con suerte en la vida», como dijo en una entrevista con EFE cuando cumplió 75 años.
En Pilar Belzunce encontró a la «mujer perfecta», a su «gran amor», a la cómplice que le acompañó «en todo» durante más de medio siglo. «Es imposible pensar en el ‘aita’ sin la ‘ama'», ha asegurado hoy su hijo. Para ella también ha sido este homenaje. Más sobre el centenario, aquí.
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