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Tribunales

Reconocen al acusado huido como uno de los jóvenes que «más violentamente» agredió a Santi Coca

Hoy han declarado los cuatro primeros testigos

Audiencia provincial. Foto: Santiago Farizano

(EFE). Dos testigos han reconocido al acusado de la muerte de Santi Coca como uno de los jóvenes que agredieron a la víctima en la madrugada del 26 de abril de 2019. «Era uno de los que más violentamente le agredía», ha asegurado uno de ellos.

Tras la elección ayer del jurado, el juicio contra este procesado que no pudo ser juzgado junto al resto de acusados por estar huido, ha continuado este martes en la Audiencia de Gipuzkoa con la declaración de los primeros cuatro testigos.

Todos ellos han relatado que el origen de la agresión, ocurrida en el exterior de la discoteca Gu, en las inmediaciones del Ayuntamiento, fue la sustracción de un paquete de tabaco a un amigo de Iker Coca, hermano de Santi, después de que este se negara a dar un pitillo a un joven que se lo había pedido.

Nueva declaración de Iker Coca

El primero en declarar ha sido el hermano de la víctima, que ha explicado que él había estado en la discoteca y su hermano fue a buscarle para volver juntos a casa en el barrio de Gros. Fue en ese momento cuando un amigo de su cuadrilla fue a decirles que un chico les había robado un paquete de tabaco, tras lo cual intentaron recuperarlo.

Iker se encontraba hablando con dos individuos cuando notó cierta «tensión» y, al girarse, vio cómo su hermano se echaba hacia atrás mientras seis o siete personas le propinaban patadas y puñetazos. A partir de ahí, la trifulca fue a más y Santi cayó al suelo. Luego le derribaron a él de un fuerte golpe en la mandíbula.

«Había mucha rabia detrás de esas patadas. Le daban patadas sin parar con agresividad, no eran pisotones, le daban como a un balón de fútbol. No puedo decir en qué parte del cuerpo le caían», ha remarcado Coca, que ha dicho que no recuerda nada de lo sucedido después de ver a su hermano «inconsciente, en coma o muerto».

De los instantes de la agresión, que todos han fijado en una duración de 20 a 60 segundos, se acuerda que uno de los implicados vestía un pantalón blanco. Hoy en la vista no ha reconocido al acusado, aunque sí en una fotografía que le han mostrado del momento de la detención. Ha dicho que si vistiera la misma ropa de entonces seguro que podría identificarle.

Quien no ha mostrado ninguna duda ha sido el último de los testigos en prestar declaración, que ha identificado al acusado como uno de los implicados.

«Me llamó la atención porque es bastante alto y llevaba pantalones claros, y también por lo violento que estaba», ha señalado este joven, que ha descrito a continuación el atuendo del acusado: «una chaqueta negra con pelos en la capucha, pantalones blancos y zapatillas blancas».

«Pegaba con rabia, sin piedad. Sí, en su día dije que pegaba a matar«, ha respondido este testigo, amigo de Santi Coca, a la fiscal. A preguntas del abogado de la defensa, ha reconocido que esa noche había tomado seis copas y fumado unos tres porros, pero ha recalcado que tiene «bastante resistencia» a la bebida y que «veía perfectamente».

«Santi no había bebido»

El letrado defensor también les ha preguntado si Santi Coca, que tenía 17 años, había bebido aquella noche y todos han negado que estuviera ebrio.

Iker ha señalado que su hermano «seguro que habría tomado una copa», pero ha recalcado que no estaba borracho «ni mucho menos».

Los cuatro han coincidido en que lo que recibió la víctima fue una gran cantidad de golpes por parte de un grupo numeroso, de seis a nueve personas, que lo siguió golpeando tras haber caído al suelo. Dos de los testigos escucharon decir a Santi «de uno en uno».

El otro testigo que sí ha reconocido al procesado como uno de los que propinaban puñetazos y patadas a Santi Coca, no ha podido precisar en que partes de cuerpo le golpeó.

«A Santi no lo vi hasta que estaba en el suelo con su hermano. Cuando se fue el grupo corriendo, recuerdo a Iker encima de él sujetándolo», ha manifestado este testigo, que ha comentado que la víctima era «buena gente», «un buen chico que no se metía en problemas» y con el que solía hablar porque tenían gustos parecidos.

De esa «lluvia» de patadas, como la ha definido uno de ellos, algunas fueron en la cabeza. Todos tienen claro que no se trató de una pelea, sino de una agresión de la que la víctima no se pudo defender.

Santi ingresó en el Hospital Donostia y falleció dos días después causa de una hemorragia cerebral «generalizada» que le provocó la «destrucción de los centros vitales encefálicos» debida a «los golpes recibidos». 


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