(EFE/Redacción). El director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, está encantado de celebrar el 70º aniversario del certamen sin las restricciones de la pandemia. Al público le esperan casi 200 películas, muchas de las cuales serán estrenos mundiales y otras llegarán tras haber pasado por diferentes citas internacionales.
«Cada vez es más importante para las películas hacer un circuito de festivales, que no se queden únicamente donde han sido premier mundial, porque así rentabilizan mejor sus inversiones en promoción y publicidad. Ir sólo a Cannes, a Venecia, Berlín o San Sebastián es algo que ya no les vale», dice Rebordinos en una entrevista con EFE a unos días del comienzo del Zinemaldia, que inaugura el 16 de septiembre «Modelo 77», de Alberto Rodríguez.
Señala que, aunque siempre va a haber «cierta competencia» con otros festivales al confeccionar la programación, la relación con los certámenes de la misma categoría -la A, a la que pertenecen los más relevantes- es «bastante buena», lo que les permite trabajar «conjuntamente».
«Nosotros creamos Perlak y Zabaltegi para hacer un homenaje a esos festivales proyectando la mejor cosecha que ha pasado por ellos», recuerda.
Además el Zinemaldia no busca la exclusividad con filmes que son fruto de iniciativas en las que está involucrado, como Ikusmira Berriak (Nuevas Miradas), para la formación y seguimiento de nuevos talentos, o WIPLatam, para impulsar el cine de Latinoamérica, entre otras.
«Es importante que una película en la que nosotros hemos trabajado vaya a Cannes. Después tenemos la oportunidad de repescarla como ha ocurrido con «El agua», de Elena López Riera», destaca sobre la ópera prima de la cineasta alicantina que, tras su paso por Ikusmira en 2018, compitió este año en la Quincena de Realizadores del certamen francés y ahora se proyectará en Zabaltegi.
En esta edición, habrá una presencia de cine español «realmente abrumadora». «El cine español vive muy buen momento, los festivales internacionales lo están corroborando», apostilla.
Resalta que con la sección Made in Spain, destinada a filmes ya estrenados, se ha dado el «fenómenos curioso» de tener que abrirla a premieres mundiales porque «hay muchas películas interesantes y no todas podían entrar en los apartados habituales».
Esta significativa participación del cine español llevará aparejada una asistencia más que notable del «star system» nacional al certamen, en una edición que vuelve al presupuesto prepandemia.
Si las cifras de 2019 se aproximaron a los 8,5 millones de euros, este año no estarán lejos de los 9 millones. «Pero también es un Festival mucho más caro, con subidas de todos los proveedores y los hoteles. Los viajes se han disparado, los hay que nos cuestan tres veces más que en 2021», advierte.
Una de las incógnitas de la vuelta a la normalidad es cómo responderá el público que antes llenaba las diferentes salas del Festival.
«En unos años, el Festival va a recuperar su público, seguro, pero no sé si lo va a hacer en esta edición. La pandemia no ha traído las plataformas, lo que ha hecho es acelerar algunos procesos que ya se estaban produciendo desde que empezaron a desarrollarse mecanismos tecnológicos que permiten ver audiovisual en muy buenas condiciones», afirma.
También han cambiado las preocupaciones sociales, asuntos como la sostenibilidad y las reivindicaciones feministas «están en boca de todos» y, como tal, llegan también al Festival, que está tomando medidas para convertirse en un evento «neutro en carbono» y que se reúne con las asociaciones de mujeres cineastas para conocer sus opiniones.
«La labor del Festival se fiscaliza en muchos temas y me parece bien», asegura el director del Zinemaldia, que por otra parte considera que las redes sociales «no son un lugar para hacer debate».
«Lo viví el año pasado con el Premio Donostia a Johnny Depp. Hay opiniones contrarias a la mía que me parecen legítimas, pero no he leído tantas estupideces y mentiras en toda mi vida como con este tema», afirma.
Rebordinos, que ha afirmado más de una vez que sólo suspenderá la proyección de una película si se lo ordena un juez, lo ha repetido este año con respecto a «Sparta», filme que compite por la Concha de Oro y a cuyo director, el austriaco Ulrich Seidl, se le acusa de haber explotado a menores rumanos durante el rodaje, según una investigación del semanario alemán «Der Speigel».
Tras conocerse esta información, el Festival de Toronto, donde iba a estrenarse, la ha sacado de la programación, por lo que la premier mundial de «Sparta» tendrá lugar en el Zinemaldia.
Con polémicas ya se enfrentó Rebordinos casi recién llegado a la dirección del certamen donostiarra, «una por acción y otra por omisión».
La primera fue en 2012 por no seleccionar «Ventanas al interior», que recoge cinco historias sobre presos de ETA y que los responsables del Zinemaldia vieron como un filme «de propaganda pura y dura de la izquierda abertzale».
Al año siguiente la controversia se debió a la inclusión de «Asier eta biok», en el que aparece un miembro de ETA. En este documental «se daba la palabra a mucha gente» y se consideró adecuado porque «fomentaba el diálogo y el debate».
Este año se han programado también títulos que hacen referencia a los años de terrorismo y violencia en Euskadi, entre ellos uno acerca de Gesto por la Paz, otro de los diarios de «Yoyes» y dos que abordan la tortura -uno sobre la exdirigente de ETA Iratxe Sorzabal-.
«Una vez que ETA ha desaparecido, todos somos más capaces de escuchar en una sala discursos que no compartimos con normalidad. Es para felicitarnos como Festival y como sociedad. Eso no significa olvidar, la memoria histórica es muy importante siempre», subraya.
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