Aitor Rubio (51 años) hace una breve pausa, se sirve un café y sale fuera, a la terraza, «donde se junta todo dios». Se sienta y charla animadamente en la plaza Iruresoro. Desde que el miércoles 12 de julio reabrió el bar Cactus, conocido popularmente por ser uno de los ‘after’ oficiosos del barrio de Egia, no ha tenido respiro. Qué semanas. Un no parar continuo. «Ha sido un tsunami, un comienzo brutal», resume Rubio, quien estuvo al frente del bar La Taberna, también en Egia, desde 2016 hasta 2021, durante los meses en que la pandemia puso todo patas arriba, también al sector hostelero.
26 de septiembre de 2021. Ese fue el día, cuenta, en que llegó a un acuerdo con la dueña del Cactus, ya jubilada, para empezar a plantear la reforma del local, dejarlo a su gusto y, sobre todo, adecuarse a la normativa vigente en cada momento. Rubio tiene las fechas ordenadas en la cabeza, como un ordenador. «El permiso de obra se pidió el 14 de diciembre, pero hasta agosto no nos dieron el visto nuevo. Estuve seis meses esperando», un tiempo precioso que aprovechó para trabajar «echando una mano» en dos bares de la zona, Ostotsa y Koskorrio.
El 1 de octubre de 2022 arrancaron al fin las obras, que se han demorado más de nueve meses debido al goteo de peticiones desde el Ayuntamiento, asegura Rubio, y los «continuos cambios de criterio» relacionados con el papeleo y la burocracia administrativa. Pone ejemplos: «Nos dijeron que había que hacer no uno, sino dos baños. Los hicimos y luego nos pidieron medir y aislar el ruido de impacto, que era algo de lo que yo no había oído hablar en mi vida y que son los ruidos producidos por los golpes en el suelo. Han cambiado mucho de parecer. Dime todo lo que tengo que hacer de golpe y listo».
Gran parte de la reforma, incluida la decoración de inspiración rock, ha sido realizada por Rubio con la ayuda de un amigo suyo. Un propósito decorativo: no cargar demasiado las paredes, dejar que respiren un poco. «Es que en un bar siempre te traen cosas», argumenta. «Ahora mismo me han traído la portada del disco No somos nada de La Polla Records en 3D hecho en escayola». De momento, también hay una foto de su grupo de versiones Rock Kam Brom, otra del proyecto musical Pelax, una lámina y una guitarra eléctrica. Poco más.
Además de por los requerimientos municipales, la tardanza también ha venido motivada por una cuestión práctica, ya que el nuevo tabernero del Cactus ha firmado un contrato de alquiler con derecho a compra. «Se ha tardado un poco más porque se han hecho las cosas mirando al futuro, tratando de hacerlo bien y teniendo todo al día y actualizado», cuenta. Durante este compás de espera que ha durado año y medio se había corrido la voz en el barrio: ¡vuelve el Cactus! «La gente tenía muchas ganas. Todos los días me preguntaban no menos de diez personas cómo iba con las obras y cuándo iba a arrancar todo».
Ya está en marcha, y la respuesta está siendo «brutal». «No es que esté sorprendido, pero sí… desbordado. Estoy emocionado, hasta te diría que un poco cortado. Conozco a mucha peña pero esto me ha llegado mogollón, súper agradecido con la respuesta de la gente». Raro es el día en que la terraza no se haya llenado durante estas primeras semanas, «un bar de barrio«, como lo define Rubio, que calcará la comida casera y sencilla de La Taberna (bocatas, sandwiches, raciones) una vez se conforme el equipo definitivo. Ahora mismo hay tres personas detrás de la barra: él, Ainhoa y Miren.
El horario es de 10 de la mañana a 10 de la noche, aproximadamente. El domingo es el día de descanso semanal. No quiere cerrar tarde. Esto es otra cosa. Nada que ver con el viejo Cactus. «Mi intención es abrir otra etapa y cortar con la anterior«, dice Rubio. También pretende organizar pequeñas actuaciones en el interior, tal como hacía en La Taberna. Ya tiene un show en mente: para el 20 de agosto ha contactado con el guitarrista de la mítica banda de reggae vitoriana Potato. ¿Y qué opinan los vecinos sobre la reapertura? «Me dicen que están mejor porque la plaza había ido a peor últimamente y había muchos follones. Ahora está todo más tranquilo. Hay un murmullo, pero eso molesta menos».
Una fecha más para el recuerdo: 12 de julio de 2023. El día de inauguración con Aitor Rubio al mando del nuevo Cactus. «Abrí el mismo día pero cinco años después que el Koskorrio«, afirma haciendo gala de su gran memoria. El local estuvo en funcionamiento de 12:30 horas a 19 horas y Rubio tuvo que bajar la persiana antes de lo previsto. Casualmente, en la jornada inaugural hubo que enfrentarse a un cúmulo de contratiempos: se acabaron los botellines de cerveza, fallaron el cañero y la cafetera, saltó la luz y hasta «se paró la música, así, de repente», señala su nuevo propietario, que va como una moto y no da abasto: «Me acabo de acordar de que tengo que llamar al de las patatas».
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