Raúl Guerra Garrido ha recibido esta tarde el homenaje de la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, esta última de manos de la ministra de Educación Isabel Celaá. Tanto su compañero de armas literarias Fernando Aramburu, encargado de la laudatio, como las autoridades Celáa y el diputado Denis Itxaso han coincidido en el «ejemplo moral» de Guerra Garrido en años muy difíciles en Euskadi.
El autor de ‘Cacereño’ (que cumple ya 50 años) y otras obras literarias, presidente de la Asociación de Escritores, fue miembro del Foro de Ermua. En 1976 recibió el Premio Nadal y posteriormente fue finalista del Premio Planeta. Tras publicar La Gran Vía es New York (2004) recibió el Premio Nacional de las Letras en 2006 que reconoce toda una carrera.
Aunque nació en Madrid y su familia es oridunda de León, Guerra Garrido llegó con 25 años al País Vasco y se asentó.
«Ejemplo moral»
En palabras de Isabel Celaá, el reconocimiento a Guerra Garrido tiene tanto una dimensión literaria innegable como atestiguan los innumerables premios que ha recibido el novelista, como una dimensión ética, al poner en valor el coraje cívico y la claridad de ideas que tuvo Guerra Garrido para enfrentarse al sectarismo y la intolerancia como tantas personas que llegaron desde otras tierras de España para construir el País Vasco.
La ministra de Educación y FP y también portavoz del Gobierno ha destacado de qué forma la obra literaria y humanista de Guerra Garrido ha construido el contrarrelato de la violencia y ha retratado las consecuencias humanas del miedo y la parálisis moral que ha vivido el País Vasco durante muchos años.
Denis Itxaso, que ha recordado la novela ‘Cacereño’ y lo que supuso, ha incidido en que «Raúl cometió el pecado de hacer su realidad cotidiana, sus ideas y opiniones, coherente con la ficción de sus novelas. Como todo escritor que se precie buscaba la verdad en su obra y, una vez alcanzada, no podía permitirse el lujo de traicionarla aunque ello le quitara la tranquilidad y acabara poniendo en riesgo su seguridad y su vida. Y, de esta manera, a la condición de escritor se sumó la de testigo moral».
El escritor, emocionado y con buen humor (ha recordado que sólo había visitado la Diputación en una ocasión anterior y fue a causa de Hacienda) ha sido recibido por el grupo de baile del Centro Extremeño de Intxaurrondo y ha recibido las palabras del bertsolari Jon Maia y la música de Gari Mendizabal y Aitor Furundarena.
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