El festival de las series, Crossover, cuya séptima edición finalizó este sábado en Donostia, siempre deja grandes momentos. Aprovechando la presencia de Tristán Ulloa y Ramón Campos este viernes en la sección ‘Series Gourmet’, DonostiTik habló con ellos sobre el estreno en Netflix, el mismo día, de ‘El caso Asunta’. Ulloa coprotagoniza la serie junto a Candela Peña (él se mete en la piel de Alfonso Basterra y ella en la de Rosario Porto, responsables de la muerte de su hija en un suceso que conmocionó al país en 2013, especialmente en Galicia), y Campos es productor y guionista. De esta forma los dos, Ulloa y Campos, reeditan así su experiencia en ‘Fariña’.
En ‘El caso Asunta’ hay un espectacular trabajo actoral de todo el equipo, pero especialmente llama la atención la transformación de los protagonistas. ¿Cómo fue el proceso?
R.C. La primera persona a la que llamé fue Javier Gutiérrez porque sabía que, siendo un caso tan mediático, esta serie podía provocar miedo. Y necesitaba una bandera que quitara ese miedo. Me fui a tomar un café con Javi y me dijo: «Me meto». Tristán, de primeras, respondió que le daba miedo. En Candela Peña había pensado para el papel de la policía porque necesitaba a alguien que diera un poco de alegría. Cuando nos vimos me preguntó que en quién había pensado para Rosario. Le dije que tenía un par de nombres, pero me propuso hacer la prueba. Yo no la veía. Rosario es una mujer pequeñita, delicada, con una vocecita. Candela me pidió quince días para hacer la prueba, vino con una camiseta negra y se había vendado el pecho. Nosotros llamamos a la peluquera Mara Collazo, al maquillador, a los responsables de vestuario… y preparamos un set como si fuera una sala de juicio. No sé cuántos actores tienen la oportunidad de hacer un casting tan preparado, pero salió tan bien que la primera foto que ha circulado de Candela Peña en esta serie es la del día de la prueba.
T.U. Cuando Ramón me pasó la prueba de Candela pensé: «Madre mía». Tenerla delante me ponía mucho las pilas. Y por otro lado buena parte del equipo técnico era el mismo que en Fariña. Eso también era un aval para saber que iba a haber una factura importante. Porque Fariña marcó un antes y un después en la ficción de este país y a mucha honra. Nos sentimos muy orgullosos.
R.C. Por supuesto. Además nosotros somos gallegos y quisimos demostrar que un equipo de allí mismo podía hacer esa serie sin llamar a gente de fuera. Fue como decir ‘España se va a enterar de lo que es Galicia Calidade’. Fariña era una apuesta en muchos sentidos. Y con ella el público ha descubierto a actores veteranos como Morris o Carlos Blanco que son un lujo. Y sin acento neutro.
¿Y cómo fue meterse en el papel de Alfonso Basterra?
T.U. Este ha sido el personaje del que más información he tenido, lo cual puede ser bueno o malo. Los actores buscamos información y aquí estaba todo a mano. Así que al final había que desgranar, limpiar mucho.
R.C. Partimos de que hemos conocido a esta pareja después de muerta su hija, cuando ya estaban ya detenidos. Tristán y Candela han tenido que imaginar cómo eran antes y de puertas para adentro. Cómo se tocaban, por ejemplo.
T.U. Además nuestras actuaciones tenían que encajar con cuatro posibles teorías sobre lo que ocurrió, que se ven en el capítulo 5. Un ejemplo: en el primer capítulo les dan la noticia de la muerte. La reacción de ellos dos tenía que encajar con las cuatro teorías. Quizá en ese momento Rosario Porto y Alfonso Basterra lloraron por la tensión acumulada. O quizá por culpa…
¿O por teatro?
T.U. Por teatro, no. Candela y yo siempre hemos mantenido la verdad de los personajes. Hemos partido de su verdad. Si no crees a tu personaje desde el principio, no puedes defenderlo. Más allá de lo que ocurriera, Rosario Porto se mató en la cárcel porque estaba sufriendo. No creo que en ningún momento llorara de mentira.
R.C. Eso es. De hecho, antes de entrevistarla por teléfono, yo estuve con un psiquiatra que había tratado a personas narcisistas. Y recuerdo que me dijo que cuando hablara con ella seguramente lloraría. Posiblemente por culpa. La emoción no era falsa.
En el primer capítulo se ve cómo sacaron fotos en el velatorio de su hija, que es una escena que impresiona mucho.
R.C. Y que realmente ocurrió, aunque nosotros, más allá de las críticas del momento en los medios, queríamos ir más lejos preguntándonos por qué. Una persona que estaba ese día en el tanatorio nos contó varias cosas. Según parece Rosario Porto decía que estaba todo precioso, con tantas flores, y que necesitaba un recuerdo de aquello. Hizo las fotos con flash y salieron ellos reflejados. Bastante desastroso todo. Refleja el caos del momento y obviamente me parece desafortunado, pero ahora también lo comprendo.
Usted ha hecho un documental y una serie sobre la muerte de Asunta. ¿Cree que ha llegado al fondo de lo que ocurrió?
R.C. Tengo mi opinión personal. Hay una verdad judicial que manda. Si confiamos en el sistema, se demostró que Rosario estaba presente y el Tribunal Superior de Galicia afirmó que no estaba demostrado que Alfonso estuviera allí pero que fue un colaborador necesario. En esta serie nosotros contamos lo que sabemos que pasó y, sobre lo que no sabemos, teorizamos. No creo en documentales y ficciones justicieros. Pero sí creo que debemos reflexionar sobre la sociedad. Me obsesionan los medios de comunicación y en esta serie hablamos mucho de los vasos comunicantes entre la justicia y los medios y lo peligroso que puede ser eso. A Rosario y Alfonso los juzgó un jurado popular. Y que seas culpable no quiere decir que no merezcas un juicio justo.
T.U. Basterra llegó a juicio y en la cabeza de todos era un pederasta. Y no hay una sola prueba que lo demuestre. Y eso da miedo. Los documentales y ficciones deben llevar a la reflexión: añadir más ruido al ruido no tenía sentido. Había que lanzar un guante. ¿Este sistema es infalible?, ¿es normal que dos personas entren en una sala de juicio ya sentenciados por muy monstruoso que nos parezca lo que han hecho o no?
R.C. En el capítulo 6 ves que no tuvieron ninguna posibilidad de defenderse. Más allá de que cometieron errores, como optar por esa defensa conjunta que les llevó a los dos al pozo. Ella estaba condenada, pero Alfonso se encadenó y se dejó ir, que para mí es el gran misterio. La Justicia no busca razones, pero el ser humano sí se hace preguntas.
Dicen que después de hacer Fariña se sintieron muy orgullos. Se acaba de estrenar El caso Asunta. ¿Cómo se sienten?
R.C. Nos lo hemos tomado muy en serio porque es material frágil, sensible. Yo avisé de que iba a doler, y lo cierto es que la serie acaba de ser estrenada y ya nos han llegado mensajes de gente que nos ayudó, como la persona que vio a la pareja en el tanatorio, y están destrozados. Hemos trabajado con el peso de la realidad y con una herida aún abierta. En el rodaje la gente se nos acercaba: «Sabéis que esto fue así, ¿no?» En Santiago todo el mundo sabía lo que pasó, aunque nunca se vaya a saber realmente. Como para no tomarlo en serio…
T.U. Siento que hemos logrado algo especial. Ya cuando lo estábamos haciendo lo veíamos por el nivel de implicación del equipo. Tenemos sensaciones parecidas a cuando hicimos Fariña siendo dos productos muy distintos.
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