La Asociación Radio Taxi Donosti cuenta con siete mujeres taxistas en una plantilla de 140, además de dos centraleras y una administrativa. En total, 10 mujeres. Con motivo de la próxima celebración del 8M hablan sobre su día a día en el trabajo.
«Me animé a probar»
Arantxa Zubimendi tiene 43 años y es de Usurbil. Empezó en la Asociación Radio Taxi Donosti como centralera en 2015. Actualmente lleva temas administrativos. «Estaba sin trabajo, vi un anuncio en el periódico, me presenté y empecé como operaria en la central», cuenta. Asegura que no ha tenido que enfrentar ningún tipo de desafío por el hecho de ser mujer en un sector tan masculinizado.
Silvia Martín tiene 47 años y es de Lasarte. Empezó en el taxi en 2010. «Se jubilaba mi aita y fue un poco por probar. Siempre me había gustado conducir y me animé. Mi experiencia es buena, alguna vez algún cliente te suelta qué bien conduces para ser mujer. Pero por lo demás todo en orden».
Reconoce que no trabaja de noche y que, con el madrugón, hasta que amanece, va con cuidado y con el pestillo puesto porque últimamente se respira «algo más de inseguridad en Donostia».
«Se meten muchas horas»
Edurne Alduntzin tiene 36 años y es de Leitza (Navarra). Lleva en el taxi un año. Tiene claro que al comienzo hay que meter muchas horas «porque toca pagar mucho», pero luego «ser dueña de tu tiempo» le compensa. Es madre de dos hijos que está criando sola
«A las nuevas taxistas les diría que se preparen para no tener vida al principio. Además cuando los demás hacen planes, tú tienes que ir a trabajar», comentó.
«En casa siempre ha habido un taxi»
Rakel Vicente tiene 43 años y es veterana: lleva en el taxi 18 años. Entró por tradición familiar, su padre también es taxista. «Lo llevo en la sangre», dijo, «porque en casa siempre ha habido un taxi». Rakel reconoce que al comienzo «existe una hipoteca grande que es como una soga al cuello y hay que meter muchas horas, pero poco a poco se va regulando».
«Me ha llegado a pasar que hombres que quieren ir a clubs, cuando me ven, no se montan conmigo y se van al taxi de atrás, o se inventan una excusa de por qué van a ese lugar», contó.
Las cuatro coinciden en que siendo autónomas y madres las dificultades se multiplican. «El equilibrio entre trabajar y pasar tiempo con tus hijos es delicado en estos casos». Aun así cuando pasan por Miraconcha piensan: «tener una oficina itinerante con estas vistas, no tiene precio».
Deja un comentario