—Tiene buen gusto el tío.
—Buen gusto tenemos todos. Este lo que tiene es dinero. Alegia, eskisito bat dela.
La 15ª edición de Donostiako Zinema Alternatiboa, que se celebra estos días, viene cargada de puyas y lanza dardos irónicos a diestro y siniestro. La frase del cartel está inspirada en la película “Los lunes al sol” y parafrasea al alcalde Eneko Goia con la ya célebre afirmación que le persiguió en la última campaña municipal (“querer envejecer en tu propio barrio es un poco exquisito”), acompañado de un colorido fotomontaje de su rostro y los ojos tachados. En realidad, nada nuevo en un certamen que nació en 2006 de la mano de un colectivo juvenil de la Parte Vieja y que en su logo sobresalen los típicos huesos cruzados de la bandera pirata debajo de una concha.
Haciendo gala de una mirada crítica y mordaz, han ido adaptando sus mensajes sociales y políticos a lo largo de los años. Un ejemplo: cuando el Festival de San Sebastián renovó su imagen en 2018 y apostó por el empleo de las siglas en inglés SSIFF (San Sebastian International Film Festival), ellos contraatacaron incluyendo en el nombre de este evento paralelo, autogestionado y de andar por casa, la frase “San Sebastian Insurrectionary Fandango Festibala”. Cine de corte social, activar el pensamiento crítico y el trabajo colectivo son sus señas de identidad.
La presente edición ya está en marcha y tiene lugar en distintos espacios al aire libre, gaztetxes y asociaciones de la ciudad. En el certamen solo se proyecta una película al día, en su mayoría documentales, y se clausura este sábado 30 con la cinta «Bi arnas». Beñat Apalategi (39 años), uno de los impulsores de Donostiako Zinema Alternatiboa, responde a las preguntas de la entrevista.
Ya ha pasado el ecuador del festival. ¿Qué balance hacéis? ¿Cómo está siendo la respuesta de la gente?
El balance es muy positivo, aunque es verdad que se nos ha quedado una pequeña espina clavada: por tercer año consecutivo hemos tenido que suspender la proyección en la terraza del gaztetxe Letamen de Intxaurrondo por culpa la lluvia. Por lo demás, todos los pases están teniendo una muy buena acogida. La gente que se acerca se queda muy a gusto y se generan charlas y debates muy interesantes.
El XV aniversario tiene un carácter muy político y reivindicativo desde el mismo cartel. Eneko Goia es el protagonista involuntario de esta edición.
Efectivamente, nuestro festival es político pero igual que el Zinemaldia oficial. Deberíamos definir antes cuál es el significado de “político”, pero eso nos llevaría mucho tiempo… La referencia explícita a Eneko Goia viene de atrás, no es solo una foto. Este el 15º aniversario, pero nosotros siempre hacemos la suma de 10 + 5. Me explico. El número cinco hace referencia a los años que estuvimos en el gaztetxe de Kortxoenea, que fue derribado por este gobierno a las puertas de la capitalidad cultural 2016 en una de las primeras acciones de Eneko Goia. No se le ofreció una alternativa a un espacio cultural que se había convertido en un referente en Donostia. Nosotros es algo que no olvidamos. Así que en el año en el que iba a venir Bardem, lo siento mucho pero Goia te va a quitar el protagonismo.
En la nota de prensa definís Donostia como una “ciudad neoliberal”. ¿Por qué? ¿Por la apuesta del turismo?
Así es. Está ciudad está cada vez más enfocada al turismo y es un tema que nos preocupa muchísimo, porque está dejando de lado a sus habitantes y no está pensando en sus necesidades. No hay más que hacer un pequeño repaso de cuántos hoteles se han construido en los últimos años, del efecto de los pisos turísticos y los Airbnb y de cómo todo ello influye en los precios de los alquileres. Los donostiarras no podemos vivir en esta ciudad. Es curioso cómo ya nadie utiliza la palabra turismofobia como una arma arrojadiza. En unos años mucha gente se ha dado cuenta de que el turismo nos está comiendo. Está a la vista de todo el mundo. Y nosotros venimos a aportar nuestro pequeño granito de arena humildemente, con críticas pero también planteando soluciones.
Precisamente, el documental “Habitar la utopía” que se proyectó el domingo conecta con el problema del acceso a la vivienda y se centra en la ocupación y los pisos vacíos.
La película habla de la corrala Utopía donde un total de 36 familias se establecen en un bloque vacío. El enfoque nos parecía interesante porque se alejaba del perfil de okupa más común o, mejor dicho, del que nos quieren vender en los medios. Son familias enteras, mujeres con hijos y gente de todas las edades que buscan una salida al problema de la vivienda. En este caso, nos pusimos en contacto con las amigas de Ehun que han acampado en la plaza José María Sert del Antiguo en señal de protesta y a favor del derecho a la vivienda. Cabe recordar que 522 pisos de alquiler social se han vendido a un fondo buitre desde las administraciones públicas. Se trata de una pequeña muestra de la realidad que vivimos y decidimos organizar juntos esta proyección.
¿Querer envejecer en tu propio barrio es una exquisitez?
De todas las perlas que nos ha soltado Eneko Goia esa es la joya de la corona. Es una barbaridad y una aberración, no sé muy bien ni cómo definirlo. Tenemos la obligación moral de recordarle que tuvo los bemoles de decir públicamente algo tan básico como vivir en el mismo barrio en el que has nacido. La frase del cartel de esta edición [la de “Tiene buen gusto…] la cogimos prestada de la película “Los Lunes al Sol” y la adaptamos con las palabras de Goia.
Donostiako Zinema Alternatiboa emplea el ingenio y la mordacidad para criticar el Festival de San Sebastián. ¿Qué es lo que no os gusta del Zinemaldia?
No somos festivales antagónicos, no lo tenemos que entender de ese modo. Simplemente planteamos una visión y un planteamiento organizativo alternativo. ¿Que hay cosas que criticamos del Zinemaldia oficial? Por supuesto, pero más bien partimos de lógicas diferentes. Frente a la lógica institucional en la que te lo dan todo hecho y tienes un papel pasivo, nosotros reivindicamos un modelo de movimiento popular en el que partimos desde la base y practicamos la autogestión, la cultura del hazlo tú mismo o DIY (Do It Yourself).
¿Los organizadores vais al Zinemaldia?
Ni mucho menos planteamos un boicot. No van por ahí los tiros. Nuestro objetivo siempre ha sido promover la reflexión crítica a través del cine con una muestra de trabajos que plantean una serie de conflictos y abrir el debate a la ciudadanía. En mi caso soy muy fan de Miyazaki y, si no hubiera sido por unos asuntos personales, hubiera visto su película [se refiere a »The Boy and the Heron», la cinta que inauguró el Festival de Cine].
Hay películas que por su corte social podrían encajar aquí perfectamente. Se me ocurre el documental “Bidasoa 2018-2023” de Fermín Muguruza, por ejemplo.
Nunca hemos tenido reparos en poner películas que han pasado por el Zinemaldia. Si esos trabajos sirven para promover las cuestiones que te comentaba antes son bienvenidos. Sin ir más lejos, el documental “Bi arnas” que se proyectará este sábado 30 en Marruma elkartea pasó en 2022 por el Zinemaldia. Su director, Jon Mikel Fernández Elorz, es muy amigo nuestro. El año pasado acordamos en que la película se presentase en Donostiako Zinema Alternatiboa, pero un día nos llamó y nos dijo que la habían seleccionado en el Zinemaldia oficial. Para nosotros fue un subidón. Una película sobre la tortura en Euskal Herria iba a verse en un festival con una repercusión enorme.
Quedan pocos días para que termine esta edición. ¿Qué es lo que destacarías de aquí al sábado?
Nos gustaría poner el foco en la proyección del viernes. Además de las películas de la programación, tendemos a darle importancia a los espacios y las alianzas que establecemos entre distintos agentes sociales y culturales de la ciudad. En este caso hemos organizado la sesión de la película “Jainkoak ez dit barkatzen” junto con la Asociación de Vecinos de Ulia para, precisamente, denunciar la barbaridad que quieren hacer con la destrucción de la única zona verde del barrio, regalándosela literalmente al Basque Culinary Center. Es un proyecto [el del GOE] que no responde a los intereses ni de los vecinos de Gros y Manteo ni al conjunto de los ciudadanos; es más bien al contrario. Está ligado a un modelo de ciudad que nos quieren imponer desde las instituciones.
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