(Crónica de Ion Urrestarazu Parada). El 14 de agosto de 1921 todo fue animación y alegría en el populoso barrio de Gros. Ese día se inauguró oficialmente el nuevo puente del Kursaal, que pronto pasaría a llamarse «de la Zurriola».
Profusamente engalanado con banderolas y follaje para la ocasión, en el centro se había puesto una tribuna, y, al lado, una instalación donde el Ayuntamiento obsequió con un lunch a los invitados entre los que destacaban las autoridades de la ciudad y la provincia y destacados personajes de la colonia veraniega.
A las once llegó el clero de la parroquia de San Ignacio con cruz alzada. El párroco Uranga bendijo el puente. El acto fue presenciado por un gran gentío, que ocupaba ambas márgenes del Urumea.
Tras la bendición, Gregorio Odriozola, representando a la Inmobiliaria del Gran Kursaal, y tras pronunciar unas palabras, hizo entrega del puente a la Ciudad. El alcalde, Pedro Zaragüeta, agradeció la donación, dirigiendo palabras de elogio a la Sociedad. Después la esposa del alcalde cortó las cintas que cerraban el paso al puente y éste quedó oficialmente abierto al público.
Acto seguido la Banda Municipal interpretó la Marcha de San Sebastián, y el cielo se llenó del ruido de los cohetes que fueron lanzados. Tras esto los invitados fueron obsequiados por el Ayuntamiento con un lunch. Mientras, el ansioso público invadió el nuevo puente.
Como anécdota queda constancia de que el primer vehículo en cruzarlo fue uno con matrícula de Barcelona, propiedad de Ignacio Torres González.
Para solemnizar el acto inaugural se celebraron en el Urumea diversos festejos organizados por la sociedad Umore Ona, que fueron seguidos por el público que se agolpaba a ambos lados del puente.
El primero fue una regata de traineras entre Vaqueriza y «Bishco», triunfando fácilmente la tripulación del primero. Acto seguido hubo cucañas y otras diversiones amenizadas por la banda de música Iruchulo.
La fiesta se dilató hasta la noche, durante la cual se celebró una verbena con farolillos a la veneciana, pianos, puestos de churros, horchaterías, etc.
Al margen de los actos celebrados para el público también hubo uno de carácter privado. A la una y media del mediodía, en el edificio del Kursaal, todavía en construcción, se realizó un banquete en honor del atauntarra Miguel Imaz Apalategui, audaz emprendedor y considerado uno de los más poderosos contratistas de San Sebastián y responsable de construir el puente.
El homenajeado presidió la mesa y tenía sentado a cada lado al alcalde de San Sebastián y a José Antonio Zulaica, presidente del Consejo de Administración del Kursaal. Entre los sesenta comensales se hallaban no pocos apellidos conocidos de la ciudad y provincia.
Al finalizar el banquete, los brindis corrieron a cargo de Rivera, Antonio Elósegui, en nombre de Umore Ona, Gabriel María Laffitte, José María Aristeguieta y el alcalde Pedro Zaragüeta.
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