No cabe duda de que Gorka Alberdi está más que concienciado acerca de las “autopistas de plásticos” en que, según sus propia definición, se convierten nuestros ríos. El reciente miércoles, 13 de marzo, protagonizó junto a un compañero y en nombre de Eguzki una recogida reivindicativa en Tolosa. En solo 180 metros de la ribera del Oria sacaron siete bolsas con decenas de kilos de basuras acumuladas durante mes y medio; esto es, desde la última crecida, que se llevó los desperdicios anteriores.
Pero eso es un cuidado paliativo. Su cabeza viaja a un estadio anterior, a lo preventivo. Y ahora Alberdi reclama que el Ayuntamiento de Donostia se plantee emprender la misma iniciativa que ha aceptado el de Azkoitia, su pueblo, a petición suya: colocar rejillas en la parte baja de las barandillas que dan al río (en el caso donostiarra, también al mar), de forma que los desperdicios no caigan al líquido elemento y se pierdan allí para siempre. Este sistema permite que los restos no sufran los imperativos gravitatorios, y que los servicios habituales de limpieza los retiren antes de su salto al agua.
Según informa este ciudadano inquieto, también los Consistorios de Azpeitia y Tolosa se han interesado por su propuesta. Y señala que, durante la Semana Grande, en la zona de las barracas del Paseo Nuevo, el Consistorio donostiarra “ya instala unas redes debajo de las barandillas para que los residuos no acaben en el mar: eso sí que es efectivo”. Pero es todo muy puntual: se trataría de extenderlo, tanto en el tiempo como en el espacio.
Está claro que lo ideal sería que nadie tirase los plásticos y demás envoltorios al suelo, pero por desgracia es tan deseable como quimérico. Y, aunque estos no se lancen directamente al río Urumea, “cuando hay un poco de viento” las basuras terminan en el agua. Por pequeñas que puedan ser, hablamos de un goteo constante e incalculable.
En cambio, rejillas como las de Azkoitia -173 metros lineales, instalados en los puntos más candentes hace poco más de un mes- “son supersencillas de poner, efectivas y, según el concejal (Miguel Ángel Bastida, edil de Urbanismo), bastante baratas”. Además, están tratadas para que no se oxiden y duren muchos años.
El Consistorio azkoitiarra aceptó la sugerencia de Alberdi porque, según le respondieron, no solo era valiosa, sino también “simple y eficaz. Si no crea ningún problema, están dispuestos a incluir muchos más metros”. Ahora, cuando pasen las elecciones, “mi trabajo va a ser que se forre todo” el recorrido de las barandillas azkoitiarras de rejillas, e incluso extender la idea a la vecina Azpeitia, a Tolosa y, por qué no, incluso a Donostia. En realidad, el mismo problema sucede en todas partes. “Soy positivo, tengo esperanzas”.
Solo el agua sabrá
Volviendo a la capital gipuzkoana, “solo la ría y el mar sabrán la cantidad de colillas, plásticos, plastiquitos, servilletas y demás residuos que recogen al año, y no tengo ninguna duda de que deben de ser cientos”. Y en general “no nos damos cuenta” del problema, “para empezar, porque no nos fijamos”. Pero cualquiera que se asome a la ría del Urumea “puede ver muchos de ellos cualquier fin de semana, o en días de gran afluencia de gente”. Y el año contiene “muchos días…”.
“Ante esto, muchos creen que es un tema de limpieza, incluso los ayuntamientos responden de la misma manera. Pero esto no se soluciona con limpiezas: para que fuera efectivo, se debería estar las 24 horas limpiando las calles”. En cambio, las rejillas funcionan como serios y perennes guardianes.
Más información:
Limpieza reivindicativa de Eguzki en la ribera tolosarra del Oria
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