(Carlos López Izquierdo/EFE). El sacerdote claretiano Fernando Prado Ayuso ha asumido este sábado su ordenación como obispo de San Sebastián con un mensaje de «unidad» dirigido a la Iglesia guipuzcoana y centrado en los «más débiles» cuya tutela, ha dicho, «contribuye a la fraternidad humana y salvaguarda la imagen de Dios impresa en cada persona».
Las primeras palabras del nuevo prelado donostiarra han puesto el colofón a una solemne y extensa ceremonia que se ha prolongado durante más de tres horas y media y en la que Prado, además de ser ordenado obispo, ha asumido el báculo, el anillo, la mitra y el resto de símbolos de su dignidad al frente de la diócesis de Gipuzkoa.
Un acto en el que los ritos religiosos se han fundido con diversas manifestaciones culturales y folclóricas del País Vasco, que han satisfecho la solicitud de una «fraterna y gozosa» acogida para Fernando Prado realizada a la diócesis de San Sebastián por el papa Francisco hace un mes, en una carta escrita de su puño y letra.
Tamborrada infantil
Una tamborrada infantil integrada por escolares de media docena de centros educativos religiosos de San Sebastián ha sido la encargada de recibir, pasadas las diez de la mañana, al son de los redobles de sus tambores, a un Prado Ayuso que se ha mostrado feliz y sonriente ante las muestras de afecto que le han dirigido los cientos de personas congregadas en los exteriores de la basílica del Buen Pastor, donde poco después ha tenido lugar su ordenación.
Una composición de txalaparta ha precedido su entrada a un templo donostiarra abarrotado de fieles a los que ha ido saludando y bendiciendo entre felicitaciones y expresiones de apoyo junto al deán de la catedral, Luis Apestegui.
Una hora más tarde ha arrancado la celebración litúrgica propiamente dicha con una pequeña procesión en la que Fernando Prado ha estado acompañado por los obispos ordenantes de la ceremonia: el cardenal Aquilino Bocos merino, el arzobispo de Pamplona, Francisco Pérez, y el nuncio apostólico Bernardito Auza.
Munilla y Uriarte
El acto religioso ha contado con la participación de un nutrido grupo de sacerdotes, obispos y cardenales, entre los que se encontraban los anteriores prelados de San Sebastián, José Ignacio Munilla y Juan María Uriarte, además de una representación del Obispado Ortodoxo Romano de España y Portugal.
La presidenta del Parlamento Vasco, Bakartxo Tejeria, el alcalde de San Sebastián, Eneko Goia, la diputada foral de Políticas Sociales, Maite Peña, y el director foral de Cooperación, Fernando San Martín, junto a varios ediles del PP en San Sebastián y la presidenta de este partido en Gipuzkoa, Muriel Larrea, han sido otros de los asistentes al evento.
Al término de la homilía y la promesa del designado ha tenido lugar la súplica litánica con el protagonista postrado ante el altar, tras lo que Prado ha sido proclamado nuevo obispo y un grupo de dantzaris han interpretado el baile que habitualmente tiene lugar en la celebración anual del Corpus Christi de Oñati.
Virgen de Arantzazu
En la parte final de la ceremonia, presidida por las imágenes de la Virgen de Arantzazu y de San Ignacio de Loiola, Fernando Prado se ha dirigido a sus nuevos feligreses entre los que ha querido destacar a los «más débiles» y a «aquellas personas que por general no cuentan».
«Tutelar la dignidad de los más débiles contribuye a la fraternidad humana y salvaguarda la imagen de Dios impresa en cada persona», ha dicho el nuevo obispo, quien ha alabado la «alegría» y «la fuerza tan inmensa» que proporciona «saber que para Dios nadie hay lejano ni invisible».
Prado ha lanzando también un mensaje de unidad a los fieles que en conjunto «edifican la Iglesia». «Juntos descubriremos retos, trazaremos sueños y buscaremos también soluciones a muchas cosas», ha señalado.
Hacer juntos
«En la comunión y en este hacer juntos está nuestro único futuro, juntos lo haremos todo y llegaremos muy lejos. Sabemos bien que sin esta unidad, difícilmente haríamos el Evangelio que queremos predicar sea creíble», ha sentenciado antes de expresar su voluntad de «colaborar todo lo estrechamente posible» con las «autoridades civiles» en «la búsqueda del bien común».
El prelado ha admitido asimismo acoger su «nueva encomienda con cierto vértigo», aunque «sobre todo con la confianza en Dios» y también «con una grandísima alegría y una inmensa tranquilidad».
«Mi programa será el de una Iglesia al servicio del Evangelio. Vivir el Evangelio, celebrarlo, cultivarlo e intentar proclamarlo, sobre todo, con la vida», ha concluido.
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