Nuestros viejos senderos están cargados de leyendas, de cuentos, del poso que dejaron caminantes que, durante milenios, han grabado su impronta en los antiguos pasos de montaña. Senderos que atesoran una antiquísima historia y que hunde sus raíces en lo más profundo de los tiempos. Es un tanto vertiginoso, el pensar que, por estos caminos que hoy pisan nuestras viejas botas, caminaron pastores neolíticos hace milenios, luego vinieron ejércitos, peregrinos, comerciantes, viajeros, bandoleros. Estas gentes nos dejaron su herencia, su herencia cultural, en mágicos rinconcitos de nuestros bosques, collados y cimas. Es curioso, como en pleno siglo XXI, miles años después, seguimos utilizando las mismas veredas que aquellos hombres y mujeres utilizaban. Algo en nuestro mundo super tecnológico, nos mantienen unidos a ese pasado lejano, quizás sean los hilos invisibles de nuestra vieja cultura, de nuestras tradiciones, mitos, historia. Hilos tejidos en el telar de nuestras montañas que nos impulsan a descubrir, a perseguir esos rinconcitos mágicos donde nuestros ancestros dejaron su arcaica huella.
Caminemos, pues, buscando esos vestigios, dejemos que nuestros pasos errantes, rebusquen en su manera de entender el mundo, de ser, de vivir.
Una de las sierras que se puede considerar un auténtico almacén de historia y mitos, leyendas y vestigios antiguos, es Aralar. En innumerables rinconcitos de la montaña, aquellas gentes, dejaron su impronta, esta ruta pretende descubrir parte de esos restos, quizás, los menos transitados, buscando además una sima de donde a decir de nuestras viejas leyendas, se introducen las almas de aquellos un tanto ominosos, en forma de viento arremolinado.
El paraje de Guardaetxe, esta eternamente vinculado a la casa forestal que allí se ubicó, hoy desparecida, a su alrededor se esconden entre el hayedo, un buen número de dólmenes, que pese a estar muy cerca de la carretera de acceso al Santuario de San Miguel de Aralar, pasan a menudo desapercibidos. Precisamente, en el aparcamiento de Guardaetxe, comienza nuestro caminar, hemos accedido allí por la carretera que desde la localidad navarra de Lekunberri, y sube al Santuario de San Miguel. Buscamos la parte baja del parking, dando la espalda a la puerta metálica, que cierra la pista que se dirige a Igaratza, para buscar un evidente sendero que asciende por el hayedo siguiendo unas difuminadas flechas rojas en los árboles, a nuestra derecha. El camino es muy evidente, y pronto llega, salvando una pendiente, a un muro de piedra, junto a una valla de alambre de reciente factura. Parece, que, a pesar de estar a pocos metros del parking, nos hemos trasladado como por arte de magia a otro mundo, nos hemos sumergido rápidamente en la magia del hayedo, en esa magia que sólo estos bosques saben regalarnos. En este punto debemos girar a nuestra izquierda para, pegados al muro, pero sin cruzar la valla, caminar por terreno pedregoso, alternando calizas repletas de musgo con la belleza de los árboles. De esta forma llegamos al primero de los megalitos de la ruta, el dolmen de Erbillerri, aún entre el bosque. Continuamos nuestro caminar girando hacia la derecha y cruzando la valla, buscando la salida del bosque hacia una zona despejada, pasamos por el dolmen de Mendebal Elurmeta, coronado por varias hayas, y el túmulo de Erkialdeko Elurmeta. En este punto tomamos dirección S., para salir a un campo que nos recibe con unas impresionantes vistas de Beriain, la vegetación cambia, bellos espinos blancos, ese árbol sagrado para muchas culturas, salpican la pradera, incluso algún hermoso tejo, juega con las hayas dispersas. El lugar invita a tumbarnos sobre la dulce hierba y disfrutar del paisaje sin prisa, por el mero placer de contemplar la maravilla en la que nos encontramos. Pero debemos seguir buscando más sorpresas, una pista sale a nuestro encuentro, la tomamos para desviarnos por ella siguiendo una componente SE. Nos introducimos nuevamente en el bosque y pasamos por el siguiente dolmen, concretamente el de Debata Arruazu 2, junto al que vemos una curiosa piedra horadada por la erosión. Seguimos caminando por la pista y salimos del bosque para, en un claro, llegar al dolmen de Debata Arruazu 1. Este dolmen es uno de los más impresionantes de la sierra, presentando un enorme túmulo coronado por restos de las losas de la cámara, justo en la linde del bosque. Seguimos por la pista buscando el collado de Txagadi, en marcada dirección E., alcanzamos sin problemas el collado donde se ubica el hermoso dolmen de Txagadi. Cruzamos la alambrada para ver el megalito, y en este punto abandonamos la pista, para por el hayedo, ascendemos a nuestra derecha buscando un claro y marcado paso entre las peñas. Cruzamos el bonito paraje que como si de una puerta se tratara, que nos da acceso a la cumbre de Saldias. Tan solo un hito de piedra entre el hayedo, pegado al muro, nos dice que nos encontramos en los 1.078 metros de altura que tiene su cumbre. La hermosura del hayedo no nos deja disfrutar de sus vistas, pero si caminamos unos pocos metros pegados al muro hacía la derecha, y pasamos la valla por un paso habilitado, nos encontraremos sobre un auténtico balcón sobre la Sakana. Beriain domina el horizonte, más allá Urbasa, y todo el valle en su máximo esplendor.
Retornamos hasta el collado de Txagadi para continuar nuestro pausado caminar. Ahora, una vez cruzada la alambrada, ascendemos por la vertiente contraria desde el collado para situarnos en los 1.139 metros de altura de la cima de Debata, cuya cumbre está marcada por el propio dolmen de Debata 3. Descendemos entre el roquedo y el bosque buscando la carretera de acceso al Santuario, haciendo caso omiso al asfalto, nos introducimos en el hayedo, para en dirección N., salvar la alambrada por un paso y llegar al camino que se localiza en el collado S. del monte Mozko o Mozkordi. Desde aquí en dirección N. llegamos a los rasos de Albi, caminando paralelos a una valla, y cruzando un paso en la alambrada. Nos reciben las bellas campas de Albi, unidas a dulces momentos, Albi siempre me ha parecido un lugar hermoso, además de entrañable, el impresiónate bosque creando una especie de muralla, sobre las praderas, forma una bella estampa rematada por su dolmen.
Cruzamos la carretera y tomamos un marcado camino que nace junto al bosque, en dirección NW., que nos llevaría a la zona alta de la sierra por el collado de Urdangoene, a la izquierda entre los pinos vemos el dolmen de Albi, que visitaremos al regreso. A los pocos metros, dejamos el camino para hacia la izquierda, dirigirnos a un claro donde vemos una enorme mesa de madera. A la izquierda del claro queda la sima de Albi, muy cerquita de la fuente de Kapatar. Esta mítica dolina absorbe las aguas de un riachuelo para introducirlas en el interior de esta esponja caliza que es Aralar. Desde la sima, ascendemos hacia el camino que nos ha traído hasta aquí, pero sin llegar a él, buscamos un paso entre el bosque a la izquierda de las peñas, por el que llegamos en breve al precioso dolmen de Albi.
Solo nos queda retornar al punto de partida, para lo que paralelos a la carretera, caminamos por el bosque hasta el punto de partida, tras completar una preciosa ruta por nuestra historia más lejana y nuestros mitos en un paraje mágico.