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Peñas de Laiene. Al arrullo de los jentiles

Ojos de los gentiles

Acurrucadas al abrigo telúrico de un impresionante bosque de robles, se agazapan unas míticas peñas, que guardan celosamente las viejas leyendas de la montaña. Unas inexpugnables cumbres, que nos susurrarán su encanto milenario, que nos darán paz y sosiego, que nos regalarán su encanto y su magia, las peñas de Laiene. Ubicadas sobre el vallecito de Sarabe, a las afueras de las localidades navarras de Alsasua y de Urdiain, nos ofrecen la oportunidad de descubrir un hechizante paisaje, de caminar sin prisa sintiendo en cada paso la tradición, la vieja mitología de la tierra de los vascos. Y como no podía ser de otra manera, nuestras viejas y gastadas botas de hojarasca y viento, no renuncian a la oportunidad de dejarse embaucar por sus encantos arcaicos.

Nos vamos a caminar a tierra gentil, por excelencia, pues fueron estos personajes mitológicos quienes dejaron su impronta, su huella, en estos parajes. La ruta que hoy les propongo seguirá estas huellas míticas, desde el valle, ascenderemos hasta las indomables alturas de la sierra de Urbasa, en una ruta lineal, siempre persiguiendo la vieja cultura contada al amor de la lumbre, siempre persiguiendo la belleza, la libertad, comencemos.

Carnaval de Alsasua
Carnaval de Alsasua

Nuestra ruta, dará comienzo en el aparcamiento de las piscinas municipales de Urdiain, ubicado bajo las peñas de Laiene, al que accedemos desde la localidad navarra de Alsasua, por una pista asfaltada, que pasa junto al complejo deportivo de esta última localidad. Nada más comenzar a caminar, retornamos unos metros por la pista que nos ha traído hasta aquí, para desviarnos a la izquierda y visitar la ermita de Aitziber. Estamos metidos de lleno en territorio de los jentiles o gentiles, los gigantes por excelencia de la mitología vasca, aficionados a lanzar enormes piedras, muchas veces contra templos cristianos con la intención de destruirlos, desde las montañas, pero que resbalando en el lanzamiento, el proyectil queda tumbado a medio camino de su objetivo. Y es precisamente esta relación con el cristianismo una de sus principales características, pues de alguna forma, representan los viejos usos de las montañas, en confrontación directa con las nuevas creencias, es decir, el cristianismo.

Ermita de Aitziber
Ermita de Aitziber

El pequeño templo se agazapa bajo el magnético Jentileio, un ojo natural abierto en las peñas, que se dice fue obra de los gigantes. Pero este pequeño macizo rocoso, alberga además un aljibe conocido como “Jentillen gela”, y una oquedad circular conocida como “Jentillen sukaldea”, un pequeño macizo que se puede coronar extremando la precaución. Un compendio de mitos sobre estos gigantes, vinculados directamente con viejos cultos a nuestras montañas.

Jentileio
Jentileio

Las peñas son realmente espectaculares, tras la visita al paraje, continuamos por la pista principal en dirección SE, hasta un cruce donde el carretil se desvía a nuestra derecha en dirección a Alsasua, y a la izquierda hacia Urdiain. Debemos tomar esta última, pero antes visitaremos la ermita de San Pedro, que queda muy cerquita, y donde según la tradición, fue coronado el primer rey de Navarra, García Ximenez.

Conjuros de Urdiain
Conjuros de Urdiain

De vuelta al camino principal, caminamos sin prisa y sin desnivel alguno disfrutando del hermoso robledal de Dantzaleku, que nos rodea. Dantzaleku, fue un auténtico almacén maderero que suministró esta materia prima al sector naval para la construcción de barcos en el siglo XVI.

Ermita de San Pedro
Ermita de San Pedro

La Fundación Albaola, dedicada a la reconstrucción de antiguos buques, utilizó madera de este bosque para la realización de la Nao San Juan, réplica de una nave del siglo XVI. Enmarcado dentro de este proyecto se creó un itinerario por el corazón de este hermoso bosque, que consta de paneles informativos y de siluetas que nos sirven para interpretar las piezas que se realizaban con estos árboles.

El bosque nos invita a sumergirnos en su magia, pero también a sumergirnos un poco en nuestro propio interior, el bosque nos abraza con su esencia de hojarasca y paz. Así, llegamos hasta la ermita de San Juan de Urdiain, donde anualmente en la mágica noche de San Juan, tienen lugar unos interesantes conjuros, únicos en nuestra tierra.

Peñas de Laiene
Peñas de Laiene

Cruzamos bajo la autopista para llegar hasta el pueblo de Urdiain, cuna del eminente investigador, José María Satrustegui. Cruzamos la localidad, y llegamos a la imponente iglesia de La Asunción. Allí en el centro del pueblo, guarda la vieja leyenda que nos cuenta que fue construida por los jentiles, estamos ante un claro ejemplo de cristianización de una antigua creencia pagana, pero también ante una preciosa historia de nuestra vieja mitología.

Continuamos para alcanzar la parte alta de la localidad, donde se ubica una fuente. Desde su izquierda una pista se encamina directamente hacia la sierra, continuamos por ella, ascendiendo pausadamente, dando grandes lazadas sin hacer caso de los desvíos que surgen a izquierda y derecha. Caminamos pausadamente por un hermoso hayedo, la hojarasca, nos susurra la armonía del bosque, el placer de dejarse acariciar por su magia arcaica y profunda. Seguimos ascendiendo, para, sin perdida auparnos hasta lo alto del portillo que da acceso a la zona superior de Urbasa. Arriba tomamos a nuestra izquierda para llegar hasta la cima de Santa Marina, y descender en breves minutos hasta el conjunto que forman la ermita y el refugio anexo.

Ojos de los jentiles
Los Ojos de los jentiles se abren sobre la Barranca

Disfrutamos de la magnífica vista que nos ofrece el paraje, desde el templo, en dirección E., vemos ya los conocidos como “Ojos de los Jentiles”, bajo la cima de Iruaitzeta. Para llegar descendemos hasta el visible puerto de Iturmendi, y seguimos con la valla a nuestra derecha hasta el bosque que corona lo alto del pico. Un camino desciende vertiginosamente hasta los Ojos. Deambulamos con precaución por las curiosas formaciones que forman arcos en mitad de la pared, disfrutamos de la belleza un tanto salvaje de los ojos de los jentiles.

Volvemos al portillo de Iturmendi, para dirigirnos en dirección S. siguiendo la indicación que nos lleva hasta el dolmen de Santa Marina, caminando por los rasos característicos de la sierra, dejando que el viento libre acaricie nuestras cabezas. Accedemos a la pista, que, nos lleva sin pérdida hasta el parking de Tximista, caminamos ahora por el hayedo pausadamente, atrás quedan las viejas leyendas de los jentiles, que de alguna forma han cautivado nuestros sentidos de amantes de los espacios libres y abiertos.

1 comentario en «Peñas de Laiene. Al arrullo de los jentiles»

  1. Hermoso escrito. Nunca he visitado las tierras vascas, pero con esta lectura me he enamorado aún más. Espero que algún día pueda ir y disfrutar de ese regalo de la Naturaleza. Gracias!!!

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