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El puente de Ligi. El puente de las lamias

El caminante contemplaba las profundas gargantas que se abrían ante sus ojos, plenos de belleza y sorpresa. Sentado en aquel remanso, dejaba que las gélidas aguas de los glaciares acariciaran suavemente sus pies descalzos. Junto a él, sus viejas y gastadas botas, descansaban también, botas de hojarasca y collados abiertos, de rocas calizas de las cumbres, de arenas de las playas, del barro de los caminos sabios, de la libertad y la armonía de la montaña.

El río, recién nacido, lanzaba sus aguas de las entrañas de la tierra, mezclándose rápidamente con las del deshielo de la temprana primavera, surcaba bravo, profundos y sobrecogedores cañones, para tranquilizarse al llegar al vallecito acurrucado entre las grandes cumbres pirenaicas. El río, continuaba su curso ancestral, telúrico, camino de la inmensidad insondable del mágico océano, conociendo a su paso viejas historias, leyendas antiguas, parajes de belleza extrema y salvaje. El caminante, se sentía feliz, una parte minúscula pero fundamental en aquel maremágnum de montañas, de naturaleza, de bosques, de vida. Decidió seguir al río en su discurrir, decidió conocer, si quiera en parte, alguno de sus secretos arcaicos.

Persigamos, como el caminante, los viejos secretos del río, caminando sin prisa, conociendo, amando y salvaguardando todo su tesoro. Comencemos.

Pirineo desde Zuberoa

Dos afluentes que bajan sinuosos de las cumbres, el Larraine y el Uhaitza, dan forma al río Uhaitzandi o Le Saison, en un precioso desfiladero, justo en tierras de la localidad de Ligi, precioso pueblo cuya sola mención trae a nosotros susurros de viejas leyendas de lamias. Sus aguas gélidas, dinámicas, abrumadoras, se sumergen de lleno en el fabuloso y enigmático territorio de Zuberoa, esa parte de nuestra tierra, quizás la más desconocida para muchos, que atesora rincones llenos de belleza y paz, viejos cuentos y canciones, ancestrales danzas y, como no, mitos arcaicos. Más allá, continuará su viaje arcaico para unirse a la Gave d´Oloron, cerquita de la bella localidad bearnesa de Sauveterre-de-Béarn, para juntos desembocar en el Atturri, buscando la esencia del Atlántico.

Puente de Ligi

Pero nosotros, en esta ocasión, nos quedaremos en ese Uhaitzandi dulce, plácido y accesible, con el Uhaitzandi que se acurruca en la seguridad de las altivas y magnéticas montañas de nuestro querido Pirineo. Y es que en la bella localidad de Ligi-Atherei, el rio acaricia suavemente un precioso puente , tras relajarse de su vertiginoso descenso de las cumbres, que guarda el secreto de las lamias, esas ninfas con cuerpo de mujer y pies de pato, que peinan sus cabellos junto a los ríos con un peine de oro. Ésta es la excusa perfecta para sumergirnos de cabeza en el descubrimiento de unos lugares mágicos, excepcionales, hermosos, en un territorio, único y bello. Cuentan por estos lares la siguiente leyenda vinculada al precioso puente de Ligi, que recopiló don José Miguel de Barandiarán en la propia localidad zuberotarra:

En el pueblo de Ligi, se construyó un puente, pero era constantemente arrastrado por el río. Un día, una lamia se presentó ante el señor de Ligi, diciéndole que ella podría levantar un puente que no fuera arrastrado, si el señor fuera para ella tras su muerte. Lo edificaría entre el anochecer y la media noche antes de que el gallo cantase. El hombre aceptó nel trato, pero le entró miedo y lo consultó con el párroco. Este le dio dos huevos puestos por una gallina negra, uno de ellos debía ser un pollo el cual cantaría “cucurrucú”. Las lamias, comenzaron su trabajo, todas ellas se llamaban Guillen, y según realizaban su tarea, iban diciendo:

  • Dámela, Guillen.
  • Tómala Guillen.
  • Aquí somos once mil Guillen.

Se pasaban las piedras de una a otra, pero justo en el momento en que faltaba por colocar el último pedrusco, el pollo cantó, y los genios huyeron despavoridos gritando:

  • Maldito sea el huevo puesto por la gallina negra de marzo:

Y allí quedó el puente al que aún hoy le falta la última piedra, se ha intentado colocar, pero nadie consigue mantenerla en su lugar”.

Pero, dejemos la paz del río para el final de nuestra ruta, para primero buscar la visión de estos paisajes, un tanto salvajes, desde las hermosas alturas que los rodean. Una hermosísima ruta lineal, que parte del albergue de Logibar, nos llevará hasta el puente mágico de Ligi, disfrutando de un pequeño macizo montañoso que se agazapa al abrigo de la gran montaña, el Orhi, se trata del macizo de Beloskarre.

Pirineo

Partiremos desde el mencionado albergue de Logibar o Lojibarre, conocido punto de partida para llegar al impresionante puente de Holtzarte, y que pertenece a la localidad de Larrau. Allí aparcamos nuestro vehículo, y tomamos la dirección contraria a la empleada para alcanzar el vertiginoso puente, siguiendo las marcas del GR-10, que nos indican la dirección hacia el collado de Bagardi. Caminamos por una pista asfaltada durante aproximadamente 1 kilometro, tras un par de pronunciadas curvas, abandonamos el carretil, para tomar una marcada senda, que sale a zona despejada. Poco a poco vamos ganando altura, sobre los impresionantes espolones rocosos, que caen a pico sobre el valle de Larrau. Cualquiera que haya descendido por la carretera que une el puerto de Larrau, al pie del Orhi, con los llanos de Zuberoa, no habrá podido dejar de mirar la belleza de estos espolones de roca oscura, bajo los que se agazapa dulcemente el pueblecito de Larrau.

Seguimos ascendiendo hasta dar con un collado donde la ruta toma decididamente dirección NW, sin perder las trazas rojiblancas del GR-10. El panorama es espectacular, el Orhi, atrae magnéticamente nuestras miradas, pero todo el espectáculo de cimas, valles o bosques es sublime, hacia el N. queda el intrigante bosque de Beltxü, más allá las cumbres pirenaicas despliegan sus embaucadores encantos, todo en una perfecta sinfonía de belleza y paz. Siguiendo nuestro caminar, podemos alcanzar las cimas de Urdespari (1.006 m.) y Salteburia (1.031 m.), que se localizan a pocos metros del sendero, caminamos por cordales abiertos a los vientos pirenaicos, a la libertad de sus cumbres, a la magia de sus susurros milenarios y misteriosos. Tras la segunda cima, bajamos hasta un marcado collado bajo la cota de Bagozabalaga (1.058 m.), que también podemos alcanzar fácilmente. Tras disfrutar de su cumbre, descendemos por la vertiente contraria hasta alcanzar una pista asfaltada que sube de Ligi, justo en el collado de Etxelüko lepoa.

Nos encontramos, bajo la cumbre que da nombre al macizo, Beloskarre (1.173 m.), para llegar hasta sus alturas, debemos continuar un tramo por asfalto, para girar por un sendero hacia el NW. Y alcanzar una cota secundaria, giramos hacia el W. hasta alcanzar la cota principal.

Macizo de Bostmendieta

Descendemos al carretil para buscar el curioso pico de Bostmendieta (10.20 m.), que como su nombre indica se compone de 5 sencillas cotas. Un tramo de carretil nos deja en la vertiente S. de la cumbre, bajo la curiosa cresta, que nos permitirá acceder fácilmente a las cumbres de esta curiosa y bella montaña.

Solo nos resta descender a Ligi, pero podemos rematar nuestra ruta ascendiendo al pico Zalhagaña (1.053 m.). Para ello, descendido el Bostmendieta, tomamos dirección E., sin perdida, llegamos por la pista hasta el collado ubicado bajo la cima de Zalhagaña, desde el cual es fácilmente accesible la cumbre.

Retornamos hacia el N., hasta enlazar con una pista, que nos llevará directamente a la localidad de Ligi. Allí, acurrucado junto al casco urbano del pueblo, se esconde el bello puente que salva el Uhatzaindi, y que esconde entre sus pilares la leyenda de las lamias, es aquí junto a este impresionante puente donde termina la ruta. El viejo puente de Ligi, guarda la esencia de los cuentos de nuestros antepasados, quizás tan solo sean antiguas historias, o quizás no, quien sabe, lo que sí es bien cierto, es que al puente le sigue faltando la piedra que no pudieron colocar las lamias, cosas de nuestra vieja cultura.

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