En un rinconcito del corazón de Bizkaia, acurrucado bajo la telúrica seguridad y energía de las imponentes montañas del Durangesado, allí donde la diosa Mari, tiene su principal morada, encontramos un bello rincón pleno de historia, de belleza, de misterio, de leyenda,… Se trata de la necrópolis de Argiñeta, en la localidad de Elorrio.
Enigmáticos símbolos tallados en piedras hincadas en el suelo, permanecen, agazapados, al abrigo del viejo robledal, que rodea la ermita levantada junto a las estelas. Junto a ellas impactantes sarcófagos pétreos, nos susurran que nos encontramos en un lugar sagrado, único, que hunde sus raíces en lo más profundo de la historia. En las estelas, aparecen grabados, diferentes símbolos astrales, muy propios de las culturas precristianas, quizás fueron reutilizadas en la necrópolis medieval, pero su origen sea anterior. Podemos ver, cuatro con forma discoidea y una triangular, decoradas con diferentes motivos astrales, círculos, radiales, …
Estos símbolos representan al sol, deidad de primer orden en la tradición vasca, generador de luz, alimento, calor y vida, además de ahuyentador de los malos espíritus y genios de la noche. Profundamente venerado por muchos pueblos, entre los que nos encontramos, en varios puntos del país, se le dirigían salutaciones al acostarse, como aquella recogida en el valle de Arratia, y en Elosua, y que dice así:
“Eguzki amandrea badoia bere amagana”
(La abuela sol va hacia su madre)
Considerado como una divinidad femenina, junto a la luna, a ambos se les tiene como hijas de la tierra, a cuyo seno acuden tras su ciclo diario.
Tiene una importancia capital, muestra de ello es su vinculación con los solsticios de invierno, pero sobre todo de verano, en donde es el gran protagonista de diversos ritos vinculados al fuego, al agua y a las plantas.
Es un profundo misterio, quienes, y porqué colocaron en este lugar estas misteriosas estelas discoideas, junto a esta ermita, al calor de los robles. Qué motivó la elección de este paraje, el porqué de cada símbolo,… Probablemente nunca sabremos a ciencia cierta sus auténticas y primigenias motivaciones, lo que sí está claro, es que, podemos acercaros allí con la mente abierta, a disfrutar de su magia, y de su telúrico misterio arcaico.
Las estelas discoideas o discoidales, son elementos funerarios en forma, generalmente, de disco sobre una base trapezoidal, colocado en un lugar de enterramiento. Parecen vinculadas a antiguos cultos solares y lunares, si bien los especialistas no se ponen totalmente de acuerdo en este punto.
Su historia podría situarse en II a.C a V d.C., siendo los celtas los primeros en su fabricación. Posteriormente con la romanización, se comienzan a utilizar estelas con cruz laureada hasta la Baja Edad Media, luego se da una estela que se basa en las más antiguas, para volver a resurgir su uso en el s. XX
Para ello, te propongo, amigo lector, una preciosa rutar lineal, que desde las alturas de la localidad de Elgeta, nos lleva hasta Elorrio, por el camino, viejas historias de guerras, de misteriosas estelas, de bosques, de cumbres. Partamos.
Nuestra ruta comienza en el alto de Iturutz, que se sitúa en las afueras de la localidad gipuzkoana de Elgeta, justo donde un desvío nos dirige hacia el barrio de Angiozar. Allí un parking junto a una escultura nos permite estacionar el vehículo. Cruzamos la carretera general que une el alto de Kanpantzar con Elgeta y nos dirigimos a visitar la reconstrucción de unas trincheras de la guerra civil. En este paraje, en las laderas del monte Intxorta, tuvo lugar una famosa batalla, entre las tropas republicanas y nacionales, en abril de 1937. Junto al monolito de homenaje a las víctimas, parte una pista que se interna en el pinar para ir remontando altura poco a poco, y que tomamos. Varios cruces nos salen al paso, pero no debemos tomar ninguno aferrándonos en todo momento a la pista principal. Salimos a un claro donde el paisaje se abre un poco, caminamos por pistas forestales rodeados constantemente de pinos. Topamos con un cruce, donde seguimos la pista que, bordeando el pico Intxorta Txiki, topa con unas señalizaciones de una conducción de gas, que salvando una fuerte pendiente nos llevan a la cima de Intxorta. Sus 743 metros de altitud, son compartidos por una caseta y una curiosa veleta. Esta cumbre, marcada por el sinsentido de la guerra, nos regala unas preciosas vistas sobre los montes gipuzkoanos y el precioso Udalatx, reclamando constantemente nuestra atención.
Tras disfrutar de las vistas, debemos continuar, para lo que, desde la cima, seguimos un claro camino que desciende en dirección NW. topamos con unas marcas de un sendero GR, hasta un cruce donde debemos tomar el segundo camino de la izquierda, en dirección NW. que entre el bosque nos lleva a la carretera que une Elgeta con Elorrio. Debemos cruzar el asfalto y tomar la pista que, hacia el N., nos lleva en breve a la preciosa ermita de San Urbano, conocida como Santruan, estamos en la base de la cima de Erdella hacia la que nos encaminamos. Pasamos por la izquierda de la ermita para seguir unos metros bajo una línea de alta tensión, hasta un cruce donde siguiendo las marcas del GR, tomar hacia nuestra derecha. La pista nos guía sin perdida hacia el cordal en la vertiente N., de la cumbre, para llegar a sus 682 metros de altura por una marcada pendiente. La cima comparte el precioso hayedo con un curioso buzón en forma de piolet, la belleza del hayedo nos invita al descanso, pero debemos continuar caminando.
Buscamos ahora, la cumbre Santamariñazar, para ello debemos descender al collado Txaboleta entre ambas cumbres, bajamos de la cima de Erdella en dirección W., por su lomo hasta alcanzar el collado. Desde allí la cima de Santamariñazar se alcanza bordeando la montaña por el N., hasta alcanzar la cruz cimera, ubicada sobre los 676 metros de altitud, además de la mencionada cruz, podemos ver restos de trincheras de la guerra. Retornamos al collado Txaboleta, seguimos descendiendo hacia la vertiente de Elorrio, hasta dar con un cruce. Tomamos la pista que por la izquierda nos llevará fácilmente entre bellos hayedos al barrio de Mendraka, perteneciente al municipio de Elorrio, que queda a nuestros pies. Caminamos imbuidos de la hermosura del paisaje, el mítico Anboto despliega toda su magia ancestral ante nuestros ojos plenos de armonía, de montañas, subidas o por subir, un panorama armónico y profundamente bello. Nos resta cruzar la barriada para llegar hasta la enigmática necrópolis de Argiñeta. La ermita de San Adrián, nos recibe custodiando las hermosas estelas talladas junto a los sarcófagos, todo el conjunto se agazapa dulcemente en el bello robledal, susurrándonos su sacralidad. Tras disfrutar de su esencia, descendemos siguiendo la carretera que en breve nos lleva hasta Elorrio, donde termina nuestra ruta.
La enigmática necrópolis, queda, allí al arrullo de su misterio, guardando celosamente, todo su secreto ancestral, su magia, su esencia misteriosa y sublime.