(EFE). El acusado de matar de 41 puñaladas a un hombre en el barrio donostiarra de Gros, la madrugada del 14 de marzo de 2020, se enfrenta a una petición de 25 años de cárcel por parte de la Fiscalía de Gipuzkoa, que también reclama un año y medio de reclusión para su compañera sentimental por un delito de encubrimiento.
Según el escrito de acusación provisional del Ministerio Público, al que ha tenido acceso EFE, los hechos, que serán juzgados por un tribunal del jurado en la Audiencia de Gipuzkoa, tuvieron lugar sobre las 4.20 horas de aquel día cuando, tras haber cenado con unos amigos, la víctima, de 47 años, acudió en solitario a un pub del citado barrio, donde consumió distintas bebidas y entabló conversación con algunas personas, además de bailar «con varias chicas».
El documento del Ministerio Público aclara que, sobre las 4.50 horas, el hombre decidió subir a un reservado del local en el que se encontraban la novia del agresor y otra mujer, que no ha podido ser identificada, con la que acudió a la barra para pedir una consumición.
Al regresar, ambos se toparon en el mismo lugar con el procesado, de 25 años, en cuya presencia, transcurrido un tiempo, la víctima «incitó» a bailar a su novia. Esta circunstancia motivó un «cruce de palabras» entre los varones en el que el inculpado pidió al otro hombre que «se separara» de la chica.
Éste abandonó el lugar, pero regresó poco después, en un momento en el que el novio de la mujer había acudido al aseo, tras lo que, al regresar del baño, el procesado se mostró «alterado y agresivo» y pidió a su pareja que «se fuera sola a casa».
El escrito explica que, en esa coyuntura, la chica temió que su novio fuera a «pegarse» con alguien, por lo que le cogió del brazo y consiguió llevárselo del bar, sobre las 5.38 horas, tras lo que ambos se dirigieron al domicilio del acusado, donde éste «se cambió enteramente de indumentaria», tomó «un cuchillo de grandes dimensiones de un solo filo» y abandonó «de manera sorpresiva» la casa para regresar al pub.
Ocultando su rostro con una capucha, el encausado localizó «inmediatamente a su objetivo», describe el texto del fiscal, habló durante un minuto con él, se dirigió a la salida del establecimiento e hizo un gesto a su víctima, quien le siguió «tambaleándose» debido «al alto grado de intoxicación etílica que sufría».
Seguidamente ambos caminaron hasta la Plaza de Cataluña, donde la víctima pidió «perdón» al acusado, quien, no obstante, «aprovechándose de la merma de las facultades físico-psíquicas» y de la «nula capacidad de defensa» de su oponente, presuntamente comenzó a apuñalarlo «guiado por un evidente ánimo de matar», ejecutando un «plan» que previamente «había ideado».
El documento del Ministerio Público explica que el inculpado asestó «hasta 41 cuchilladas», la mayoría de ellas en la espalda, a su víctima, mientras se encontraba «en un plano inferior, tendida en el suelo e intentando defenderse», ya que «interpuso su mano derecha y antebrazo izquierdo con el fin de repeler inútilmente los ataques del acusado».
Entre otros lugares del cuerpo, una de las puñaladas alcanzó al damnificado en la cabeza, donde la punta del cuchillo quedó «clavada».
La Fiscalía considera que «el desarrollo de los acontecimientos y el número de cuchilladas asestadas» fueron «fruto de un metódico y frío proceder» del acusado que presuntamente perseguía causar «un sufrimiento adicional, ensañándose con él en los prolegómenos de su muerte, mediante las interminables puñaladas que le asestó».
El Ministerio Público añade que la novia del acusado, al que conocía desde hacía dos meses, lo vio al regresar a la vivienda con un arma y sus ropas «manchadas de sangre», momento en el que éste le dijo que «había un tipo muerto en la calle», tras lo que presenció cómo el hombre se desnudaba y metía sus prendas «en varias bolsas de plástico».
Al día siguiente, la mujer le acompañó a un centro comercial para comprar un paquete de tiritas para los «cortes en las manos» que tenía.
La Fiscalía concreta además que cuando fue interrogada por la Ertzaintza por estos hechos ella presuntamente «guardó silencio» y persistió en su actitud «pese a ser informada de que podría incurrir en un delito de encubrimiento».
Por todo ello, el Ministerio Público considera que el acusado es autor de un delito de asesinato por el que reclama 26 años de cárcel y que indemnice con un total de 110.000 euros a la madre y a la hermana de la víctima, mientras que imputa un delito de encubrimiento a su novia, para la que solicita un año y medio de reclusión.
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