Los que se sintieron estafados por ‘El sexto sentido’ (1999), los que nunca le perdonaron ‘El incidente’ (2008), los que siguen pensando que ‘El bosque’(2004) es el nova más de la ñoñería y que el peinado de Adrian Brody en el filme es lo único digno de mención, los que no dieron un euro por que lograse relanzar su carrera cinematográfica ni tan siquiera tras ver ‘Múltiple’(2016) se estarán haciendo ahora la misma pregunta: ¿Perdemos el ‘Tiempo’ con M. Night Shyamalan?
El gran escritor francés Marcel Proust (1871-1922), sin duda el gran especialista en recobrarlo retrospectivamente a través de la nostalgia, afirmaba que el único libro verdadero que un autor aspira a escribir ya existe en su interior y que, por tanto, su verdadera función es la de ser capaz de traducirlo, de sacarlo a la luz entre la maraña de pensamientos, sentimientos, vivencias y demás cuestiones de la vida mundana que le distraen. Contemplando ‘Tiempo’, la última película de Night Shyamalan, la sensación es, precisamente, la de que sigue siendo un cineasta capaz de infundir su sello y particularísimo estilo, y, sobre todo, de narrar las historias que quiere contar y de la forma que más le apetece ajeno al éxito o al fracaso, a si gustan o todo lo contrario. Sólo por esta cuestión ya merece la pena acudir a las salas de cine a ver ‘Tiempo’.
También lo es el inteligente uso del espacio narrativo, una paradisiaca playa (la película está rodada en República Dominicana) que su cámara retrata como el más amenazador de los decorados. Esa playa en la que todos los que llegan soportan un envejecimiento prematuro se convierte en un personaje más, incluso cuando el agua está fuera de campo su protagonismo sigue siendo omnipresente en la evocadora edición de sonido, uno de los grandes aciertos del filme, con escenas tan destacadas como la panorámica de 360º de un personaje que comienza a perder la capacidad auditiva. No es fácil hacer dinámico un reducido espacio durante más de 95% de la película, pero Shyamalan lo consigue plano a plano como si fuera el único. Es una de las cosas que más destacan en su filmografía: nunca da una secuencia por intrascendente o por perdida. Otra cosa es que después, concuerden y casen entre sí…
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