El vertido de 26.300 kg de pellets del Toconao ha hecho saltar las alarmas sobre la contaminación por plásticos, pero no es algo nuevo en absoluto. Así lo destaca el equipo del Barco Museo Ecoactivo MATER, que tiene una larga trayectoria en su investigación y conoce muy bien la costa vasca.
El Barco Museo Ecoactivo MATER, con el proyecto Seabin Pasaia, ha filtrado en los últimos 3 años el agua de la bahía de Pasaia recogiendo más de 1,8 millones de microplásticos de los cuales más de 90.000 han sido pellets.
También en las playas, y en concreto en la Zurriola a través del proyecto educativo Itsas Hondakinen Erronka, MATER analiza la concentración de microplásticos. En estos análisis se ha constatado una concentración promedio de 60 microplásticos por metro cuadrado que equivalen a 4 millones de pellets, el 77% de los microplásticos detectados.
Y es que el Golfo de Bizkaia no es una excepción en cuanto a la plastificación de los océanos. Las primeras referencias se remontan a finales de los años 90.
MATER advierte de que las basuras marinas compuestas por plásticos y microplásticos representan un peligro para la biodiversidad y la salud humana ya que poseen aditivos químicos tóxicos propios del material, además de patógenos y otros tóxicos que absorben del medio ambiente.
La fauna marina ingiere estas partículas condicionando su alimentación y favoreciendo la inanición y en consecuencia, incorporándose a la cadena trófica de la que los humanos somos en última instancia parte. En lo que respecta a la salud humana, se ha calculado que ingerimos 5 gr. de plástico a la semana a través de la respiración, el agua o los alimentos que pueden provocar alteraciones hormonales, enfermedades y otros efectos negativos en la salud.
A día de hoy debido a la Declaración del Estado de Alerta del Gobierno Vasco se recomienda a la ciudadanía no acceder a las playas y se han cancelado hasta nuevo aviso las actividades de recogida de basura marina a las asociaciones como MATER.
Por ahora no hay constancia de que hayan llegado pellets “nuevos” del vertido del Taconao a la costa vasca, pero sí las basuras y microplásticos habituales.
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