En mayó del año pasado la galería Arteuparte se marchó de Tabakalera deprisa y corriendo. Fue una salida urgente y extraña que tuvo final feliz: hallaron un local espacioso en la calle Nueva del barrio de Gros, donde sus socios, Paul Lataburu e Iñaki Bellido, han encontrado acomodo. Además de piezas de artistas locales y obra gráfica de autores alternativos, en Arteuparte venden ropa sostenible y organizan exposiciones, hay sesiones de djs e incluso montan algún que otro concierto.
En esta entrevista, Paul, de 40 años, se moja. Habla sin parches de su idea de ciudad. De lo bueno y de lo malo de San Sebastián. Echa de menos más «vida» y «eventos» en las calles, rechaza el ensimismamiento perpetuo -«deberíamos salir de la burbuja donostiarra»-, aclara su postura con respecto a Tabakalera, a quienes aún continúan pagando el alquiler de los meses que estuvo cerrado por el confinamiento, y se declara partidario de un turismo «controlado» que asegure un «equilibrio» entre turistas y locales.
¿Cuál es el balance que hacéis del primer año en Gros?
La verdad es que el balance es muy positivo. Formamos parte de lo que es el barrio, estamos más cerca de la gente, la ubicación del local es muy buena, el local es mucho más grande y hay más luz natural, algo importante para poder apreciar bien el arte. Y somos más independientes de los que podíamos ser en Tabakalera respecto a nuestra agenda, acciones… Por lo tanto, es un año de estar felices, a pesar de la situación revuelta que se vive actualmente en lo social, económico etc.
La galería ha crecido: hay más contenidos relacionados con el arte callejero, más ropa, más eventos… ¿Ser más grande es un hándicap?
Somos igual de pequeñitos, porque seguimos siendo dos, mi socio Iñaki y yo, pero es cierto que tenemos bastantes frentes abiertos y nos están llegando proyectos interesantes para desarrollar, además de nuestra propia programación y acciones. Lo que pasa es que vamos a full, estamos constantemente abordando proyectos, colaboraciones, diseños varios… Es apasionante, también estresante, pero nos hace sentir muy vivos. El proyecto va asentándose y creciendo poco a poco. Todo muy controlado, reflexionado y con las ideas claras.
¿Qué es lo que echáis de menos de vuestra etapa en Tabakalera? ¿El precio del alquiler?
En realidad no. Nuestra idea allí era poder ampliar el espacio, alquilando alguno de los locales contiguos que llevaban ya mucho tiempo vacíos cuando se nos comunicó que nosotros también nos íbamos. Y se dio el momento y el lugar para entrar donde estamos ahora, lo que ha supuesto una evolución natural a un entorno más apropiado y sólido por el mismo alquiler que pretendíamos pagar allí con la idea de ampliación. Echamos de menos a nuestros colegas del Café Terzi y las charlas con ellos, unos de los mejores cafeteros de la ciudad.
Os fuisteis de la noche a la mañana. ¿Las heridas están cerradas?
Claro, desde la primera semana en nuestro nuevo Arteuparte teníamos todas las energías puestas en lo que venía, que era una nueva etapa en el corazón de Gros. El cambio era importante. Enseguida nos dimos cuenta de que se había abierto una puerta de manera algo inesperada y un año después podemos decir que esa puerta se abrió en el momento perfecto, aunque entonces aún no lo sabíamos. Habíamos hecho un cambio veloz en pocos días, curramos como animales para ello y muy rápido. Fue un bonito gran cambio.
¿Cómo recuerdas el final de aquella etapa?
Edurne Ormazábal (se refiere a la directora general de Tabakalera) y yo tuvimos una intensa conversación privada por teléfono, diciendónos las cosas sin tapujos, al menos yo, en la que todo quedó aclarado. La charla nos sirvió para dar por finalizada nuestra estancia de cinco años allí y centrarnos a fuego en nuestro nuevo camino. Sin rencores, claro. De hecho, la relación con Tabakalera no ha terminado porque hasta abril de 2023 seguiremos pagando mensualmente los alquileres de los meses entre marzo y junio de 2020 en los que, debido al cierre al público por pandemia de Tabakalera, no pudimos abrir nuestro negocio y trabajar. Se nos ofreció pagar a plazos los alquileres de esos meses de cierre y lo aceptamos.
Estáis pegados a la tienda Miner, el bar Desy se encuentra al otro lado, la librería Tobacco Days y los cines Trueba están muy cerca… Se ha tejido una pequeña zona de cultura y ocio en esta parte de Gros.
Sí, la percepción que tenemos es que hay un ambiente muy de barrio, aunque viene gente de todas partes. Se está muy a gusto con esa sensación de cercanía con todo lo que nos rodea. Miner, Azala, la carnicería de Asier, Las Vegas, Desy, Teorema… Con todos ellos tenemos muy buena relación.
Sois bastante críticos con algunas dinámicas de la ciudad. ¿Qué es lo que echáis de menos?
Mi sensación es que Donostia tiene mucho potencial para que en sus calles pasen cosas. Me gustaría encontrarme con eventos en la calle y que las cosas te sorprendan. La ciudad goza de una gran salud cultural y una oferta brutal de festivales de todo tipo, pero creo que a pie de calle y en torno al tejido comercial pasan muy pocas cosas. Ojalá que los comercios locales nos pudiéramos reunir más para reflexionar en torno a planteamientos de este tipo. Creo profundamente en la fuerza de la colectividad; es fundamental y más en estos momentos.
¿Donostia se mira demasiado al ombligo?
No sé si es exactamente eso, pero deberíamos salir un poco de nuestra burbuja donostiarra. El marco incomparable está ahí, y tenemos la suerte de estar ubicados en un enclave natural privilegiado. Esto no tiene discusión. Pero Donostia puede ser mucho más que una bahía bonita. Pongo un ejemplo: la gente de Dantz ha llegado para quedarse. Con una propuesta que aquí no existía. Y lo hacen en la calle, en espacios abiertos. Y reúnen a mucha gente. Es un poco lo que hablábamos antes. Dotar de contenidos novedosos al continente. Parece que con decir que Donostia es muy bonita, que la calidad de vida es muy buena y que se come muy bien es suficiente.
El turismo, ¿suma o resta?
Antes habría que preguntarse cómo y por qué viajamos. Me parece una reflexión importante. Sería una tontería decir que el turismo no es importante para Donostia. Escucho mucho esto de `turismo sostenible’. Me parece una tontería enorme. Sería más adecuado hablar sobre turismo controlado, de tal forma que haya un equilibrio entre locales y visitantes y tener respeto y portarte adecuadamente allá adonde vas. Cada lugar tiene su idiosincrasia.
¿Entran muchos clientes de fuera a Arteuparte?
Viene gente de Estados Unidos, México, Australia, países nórdicos, Reino Unido, Francia etc. Pero esto es la clave de todo lo que quiero explicar: muchos donostiarras son fieles, creen en nosotros y nos lo demuestran cada día. En verano y durante los meses en los que el turismo es menos intenso. Durante todo el año. En la galería sentimos ese equilibrio entre el público local y el foráneo. Pero lo que tenemos claro es que sin los de aquí es imposible que un proyecto crezca y pueda vivir mucho tiempo. El turista es muy importante; el cliente local es vital.
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