Un parachoques no es sólo un elemento de diseño, sino una parte importante de la seguridad pasiva de un vehículo. La tecnología moderna lo hace más duradero, mejorando la protección de los peatones y minimizando los daños en pequeñas colisiones.
Lo cierto es que los primeros parachoques de los que se tiene noticia los instaló en 1897 el fabricante checo Nesselsdorfer Wagenbarr-Fabrïksgesellschaft con afán exclusivamente estético. Y fue el ingeniero británico Frederick Richard Simms quien, en 1901, contempló la posibilidad de que los paragolpes cumplieran un papel en la mejora de la seguridad.
En los años 70 las empresas empezaron a probar a hacerlos con plástico y en esa década, también, empezaron a estar sujetos a regulaciones.
No se sabe con seguridad cómo serán los parachoques en veinte años, pero sí que las grandes marcas apuestan por incorporaciones tecnológicas para mejorar su función primordial: la seguridad.
Tomando como ejemplo el paragolpes delantero BMW E46 se puede observar que este modelo combina un marco rígido y elementos absorbentes de energía, lo que reduce la fuerza del impacto en caso de accidente. Sin embargo, en caso de daños graves, es importante sustituirlo a tiempo, ya que la deformación reduce las propiedades protectoras de la estructura.
También las ruedas
El estado de los neumáticos juega un papel igualmente importante en la seguridad del vehículo. Deben reemplazarse no solo en caso de desgaste severo, sino también después de la expiración de su vida útil, que generalmente es de 5 a 6 años. Incluso si la banda de rodadura parece normal, la goma pierde elasticidad con el tiempo, empeorando la tracción.
La inspección periódica del estado de los parachoques y los neumáticos ayuda a evitar consecuencias graves en la carretera, haciendo que la conducción sea más segura y cómoda. De hecho aunque no estén desgastados visiblemente, los neumáticos pueden sufrir daños en su estructura con el transcurso del tiempo, afectando su capacidad para ofrecer un comportamiento seguro.
También es importante recordar que hay una serie de factores que pueden influir en la duración de los neumáticos. Esta puede variar según el estilo de conducción, las condiciones climáticas y el tipo de carretera. Por ejemplo, una conducción agresiva o frecuentes trayectos por superficies irregulares pueden acelerar su desgaste.
Los fabricantes recomiendan montar neumáticos nuevos cada 45.000 km o al cabo de diez años, dependiendo de lo que ocurra primero.
Según AUTODOC la vida de la rueda varía mucho en función de la estación para la que esté fabricada.
Los de verano están diseñados para ofrecer un excelente rendimiento en climas cálidos, así como una buena adherencia en condiciones secas y mojadas. Su durabilidad oscila entre 30.000 y 40.000 kilómetros, dependiendo del uso.
Los neumáticos de invierno son ideales para condiciones de bajas temperaturas, nieve y hielo. Suelen durar entre 25.000 y 30.000 km, ya que su compuesto de goma es más blando.
Otros neumáticos ‘generalistas‘, dirigidos a todas las estaciones, representan una opción versátil para climas moderados. Su vida útil ronda unos 40 000 a 50 000 km, si bien no igualan el rendimiento específico que proporcionan los de verano o invierno para dichas estaciones.
Si quieres comprobar el estado de tus neumáticos una forma fácil y práctica es introduciendo una moneda de un euro en las ranuras de la banda de rodadura, si la parte dorada de la moneda queda visible significa que hay que pensar en cambiarlos.
Deja un comentario