En respuesta a los millones de toneladas de basura marina, en su mayoría plásticos, que están flotando en los océanos, la necesidad de gestionar estos residuos de manera eficaz es más urgente que nunca. Ante esta realidad, el grupo de investigación Materiales + Tecnologías de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) se ha propuesto dar un primer paso. “Hemos evaluado un enfoque práctico: la posibilidad de integrar los plásticos recolectados en el mar en el sistema urbano de residuos. Este estudio pionero, que se enmarca en una tesis doctoral, explora la posibilidad de gestionar estos residuos de forma eficiente en las infraestructuras de reciclaje urbano actuales”, explicó Cristina Peña, profesora del Departamento de Ingeniería Química y del Medio Ambiente en la Escuela de Ingeniería de Gipuzkoa (UPV/EHU) y autora de este trabajo.
A diferencia de los residuos sólidos urbanos, los residuos marinos aún no tienen un sistema de gestión sistematizado, se hace de manera muy puntual y en el marco de proyectos muy concretos. “Es importante tener en cuenta que estos residuos al haber estado en el mar presentan un nivel significativo de degradación diferente al de, por ejemplo, una botella depositada en un contenedor amarillo en condiciones normales. Por ello, nuestro punto de partida y pregunta clave fue precisamente esta: ¿impide el nivel de degradación que presentan los residuos marinos su clasificación en un proceso de gestión de residuos urbanos?”, señaló Amaia Mendoza, investigadora del grupo de investigación Materiales + Tecnologías de la UPV/EHU.
“En este trabajo—añade Amaia Mendoza—, utilizamos botellas de agua de PET idénticas de una misma marca para evaluar los efectos de distintas condiciones ambientales. Dividimos las botellas en dos lotes: el primero lo dejamos al aire libre durante nueve meses, simulando su exposición en una playa o costa rocosa, y el segundo lote lo sumergimos en el mar durante el mismo periodo. Observamos que las botellas sumergidas experimentaron una mayor degradación química, mientras que las expuestas al aire libre en la «costa» permanecieron en mejor estado”. Este enfoque les ha permitido analizar cómo varía el proceso de degradación en función de las condiciones marinas y cómo cada tipo de residuo responde en los distintos entornos.
A continuación, “simulamos cómo se gestionarían estos materiales en una planta de tratamiento de residuos sólidos urbanos”, para ver si los equipos de separación automática de estas plantas serían capaces de identificar y separar las botellas de plástico de origen marino.
Según las autoras del trabajo, “el estudio ha logrado un avance importante al demostrar que es posible separar botellas de PET de origen marino y urbano en un proceso conjunto, lo que marca un primer paso en un ámbito con un enorme potencial de desarrollo”. Asimismo, “abre el camino para explorar la separación automática de otros plásticos presentes en residuos marinos, como el polipropileno o el polietileno, en plantas de tratamiento de residuos urbanos”, añadió Amaia Mendoza.
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