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Obispo de San Sebastián: «Estamos haciendo muchas cosas para que la pederastia no se repita»

Fernando Prado (Bilbao, 1969), misionero claretiano, teólogo y periodista, cumple este 17 de diciembre un año en la diócesis donostiarra

El obispo Fernando Prado en una imagen de archivo. Foto: Santiago Farizano

(Ana Burgueño/EFE). El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, asegura que la Iglesia «ha puesto ya bastante claridad» sobre los casos de pederastia producidos en su seno y se encuentra «en otro momento histórico», en «un tiempo en el que está haciendo muchas cosas para que lo sucedido no se repita».

«Estamos ya en otro punto, estableciendo protocolos, espacios seguros, dando formación a los que trabajan con menores en el ámbito de la Iglesia, en la reparación que se les debe a las víctimas o en facilitar que haya una reparación. El primero que tiene que reparar es el victimario y después la diócesis, o las congregaciones religiosas, deben ser garantes subsidiariamente de una restitución, incluso económica, si el victimario no la pueda abordar», ha dicho el prelado en una entrevista con EFE.

Prado (Bilbao, 1969), misionero claretiano, teólogo y periodista, que este 17 de diciembre cumple un año en la diócesis donostiarra, dice que en última instancia también la Conferencia Episcopal puede asumir esa responsabilidad subsidiaria.

Imagen «injusta»

«Creemos que es el momento de profundizar en la justicia. La primera justicia es buscar la verdad y en esa verdad ha habido mucha confusión. Hoy podemos poner ya bastante luz a lo que ha habido, a lo que hay», remarca el obispo, que insiste en la necesidad de «romper esa imagen fija Iglesia-pederastia» porque es «injusta».

Recalca que «poner solo el foco en la Iglesia desenfoca el problema», pues «donde más abusos hay es en el ámbito familiar». «No estamos queriendo quitarnos las responsabilidad sobre lo sucedido. La Iglesia no siempre actuó bien a la hora de abordar estos temas, pero hoy tenemos muy claro cómo hay que actuar en caso de que se dé un abuso en el ámbito de la Iglesia», subraya.

«Otros ámbitos nos han ayudado también a tener una conciencia, quizá hasta más profunda, de esta cuestión. Tanto la prensa como los informes que hemos pedido o que nos han pedido, nos han ayudado a ello», afirma.

Prado no acepta «de ninguna manera» el resultado de la encuesta encargada por el Defensor del Pueblo, según la cual han podido sufrir abusos sexuales más de 445.000 personas en el ámbito religioso y casi 236.500 por parte de sacerdotes.

«Se han extrapolado unos datos de una muestra muy pequeña, convirtiéndolos en un universo inmenso que sería imposible. Es una desproporción. Por eso, ni el propio autor del informe ni el Defensor del Pueblo se han atrevido a decir una palabra sobre esa extrapolación. Lo que sí refleja la encuesta es que hay un problema social y que la Iglesia, como parte de esta sociedad, se ha visto salpicada por este problema», asevera.

«Pasar página» con Juan Kruz Mendizabal

El obispo destaca que en Gipuzkoa solo constan seis denuncias en seis décadas por abusos sexuales en la esfera en la que tiene competencia el obispado, aunque supone que casos puede haber más.

Cree que es el momento de «pasar página» sobre el más mediático de todos ellos, el del sacerdote y exvicario general de la diócesis Juan Kruz Mendizabal, condenado en un procedimiento canónico por dos casos de «tocamientos deshonestos» a menores ocurridos en los años 2001 y 2005 que cuando se conocieron habían prescrito.

«Juan Kruz Mendizábal tiene derecho a rehacer su vida. Su caso ha sido seguido muy de cerca por la Santa Sede, la cual, cumplido lo que se pidió a esta persona, solicitó que, prudentemente y paulatinamente, se le fuera reintegrando en el ministerio. Le he nombrado adscrito a la parroquia de Beasain, cercana a su localidad natal, donde vive cuidando a su madre, fundamentalmente», relata.

Precisa que «no es párroco, ni es coadjutor, ni está encargado de ningún servicio diocesano importante». «Colabora en la pastoral y en la liturgia de los pueblos de alrededor bajo la autoridad del párroco local. No hay más que decir sobre este tema», apostilla.

El celibato y la falta de fieles

Fernando Prado destaca que «quienes estudian estas cuestiones en profundidad» no ven que exista «una relación entre el celibato y la pederastia», como entiende que tampoco la hay con respecto a la falta de fieles tras muchas décadas de misas llenas.

«En la Iglesia anglicana, los sacerdotes se pueden casar y no por ello tienen más vocaciones. También hay sacerdotes católicos casados de rito oriental, pues la Iglesia católica lo permite, y eso tampoco trae más vocaciones. Es una cuestión más profunda, de entrega vocacional y, hoy por hoy, la Iglesia sigue pensando que es algo bueno para sus sacerdotes. Pero no es palabra de Dios, sino de la Iglesia, y cualquier día podría cambiar, aunque en este momento no se ve que vaya a hacerlo», manifiesta.

A su juicio, «esos tiempos más de cristiandad han pasado» y el futuro de la Iglesia católica «va a ser un futuro de comunidades con una identidad muy clara pero más reducidas», una época «menos clerical y más laical».

«Estamos viviendo un tiempo apasionante para la Iglesia, que tiene sus desafíos y sus dificultades y que me toca un poco liderar para adaptarnos al mundo y al momento histórico sin dejar de ser lo que somos, en una sociedad totalmente secularizada en la que la Iglesia ya no tiene el peso de antaño», comenta el prelado, que ha encontrado «muy buena acogida» en la diócesis donostiarra.

«No he encontrado signos de oposición clara, más allá de que algunos nombramientos o decisiones gusten más o menos», asegura el sucesor de José Ignacio Munilla, el actual obispo de Orihuela-Alicante cuya llegada a San Sebastián fue rechazada por decenas de sacerdotes y algunos sectores por su perfil conservador.

Señala que en la Iglesia hay quienes piensan que esta adaptación a los tiempos «va muy lenta y otros que va incluso demasiado deprisa». «Yo soy de la vía media», afirma Prado, que tiene «muy claro» que los cristianos pueden dar «muchas lecciones a todos sobre su capacidad de entenderse».


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