La ucraniana residente en Orio, Oksana Slavych, abraza a su nieta de cuatro años, a su llegada a Donostia. Gracias al operativo de DYA ha logrado sacar a la niña y a su nuera de allí. Oksana, que participó en el viaje como intérprete, no deja un segundo de agradecer «su buen trabajo» a los organizadores, a los conductores, a quienes han ayudado a financiar el operativo. Y reflexiona que «con más gente» así no habría guerras como la que ahora soporta su país.
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Este mediodía han llegado a Donostia los 17 ucranianos (cinco son niños de 3,5,7,10 y 14 años) que tres furgonetas de DYA fueron a recoger a la frontera de Polonia en un trayecto que comenzó el pasado martes.
A la llegada, además de lágrimas y abrazos, también se hablaba del miedo que han pasado, de quienes se quedan allí, y un mensaje se repetía constantemente: «Queremos volver a nuestra casa cuanto antes. Esto es temporal».
Todos los recién llegados tienen algún tipo de vinculación con Donostia. Sin embargo no todos se quedan: cinco se van a Oviedo, dos a Barcelona y el resto se alojará con tres familias en San Sebastián.
El operativo de DYA ha sido un éxito y, sin embargo, alegría, la justa. Y los siete voluntarios que viajaron, además de Oksana, se han quitado todo el mérito. «Nosotros hemos hecho lo fácil», decían tras un viaje de 5.600 kilómetros que seguro no van a olvidar.
La gerente de Dya, Maider Makazaga, ha explicado que por ahora no se repetirá el operativo y la ayuda irá dirigida a organizar el material humanitario y a facilitar las cosas a quienes vienen. «Todo esto requiere mucha logística y les vamos a echar un cable con trámites y demás. Pero si aparece otro grupo como éste, que quiere salir, no descartamos repetir en el futuro».
Una de las jóvenes llegadas a Donostia, este mediodía, comentaba que le quedaban tres meses para terminar la carrera. Haciendo referencia a un pasado que ya no parece tan cercano…
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