(EFE). El hombre acusado de haber mantenido a su esposa junto a una «montaña» de heces y orines de perro en su casa de San Sebastián y de prevalerse de su «dependencia emocional» para enriquecerse con sus bienes ha negado haberla confinado en casa con los canes, ha asegurado que siempre la ha «respetado» y ha rechazado haberla amenazado alguna vez.
El hombre, de origen tunecino, quien se trasladó desde su país a Donostia tras casarse con la perjudicada, de nacionalidad española, ha declarado este miércoles en la tercera y última sesión del juicio que se sigue en su contra en la Audiencia de Gipuzkoa.
El inculpado se enfrenta a una petición de once años de cárcel por parte de la acusación particular, que ejerce la perjudicada, solicitud a la que se ha sumado hoy la Fiscalía, que inicialmente pedía tres años de prisión.
Según la versión de las acusaciones, los hechos se remontan a 2011 fecha en la que el acusado se fue a vivir al domicilio de su mujer y a partir de la cual habría aprovechado el trastorno bipolar que padece para presuntamente comenzar a gestionar el patrimonio de la víctima.
Varios préstamos
De esta manera, habría solicitado varios préstamos por más de 225.000 euros para comprarse una vivienda propia en Villabona y dos coches, además de otros artículos personales y de disponer del dinero y del sueldo de ella para su propio beneficio.
En la sesión del juicio celebrada hoy, el inculpado ha testificado en un buen castellano, aunque de una manera confusa y atropellada, sin ofrecer respuestas directas a las preguntas que le han formulado el fiscal y el abogado de la acusación particular, a quienes ha contestado de forma demasiado extensa, eludiendo las concreciones, y en ocasiones errática.
Algo más concisas han sido las respuestas que ha dado a su propia defensa, al asegurar que «ninguna vez» ha amenazado a la mujer, a la que tampoco ha «coaccionado» ni «vejado» o «hecho de menos» en ninguna ocasión.
Ha explicado además que ella «podía entrar y salir libremente» de la vivienda y que también «podía hacer lo que quisiera», porque tampoco le prohibió «estar con su familia», si bien ha explicado que ella no tenía muchas amigas y no era «de salir».
Momento muy concreto
Aunque durante el juicio varios testigos aseguraron que, cuando se destaparon los hechos, la mujer fue descubierta por la Guardia Municipal en su casa de San Sebastián entre las heces de dos perros, rodeada de suciedad y en medio de un gran hedor, además de tener la nevera «vacía», el acusado ha negado que ésta fuera la situación habitual del inmueble.
Ha sugerido por el contrario que este abandono se debió a un momento «muy concreto» en el que él estuvo enfermo en la cama durante una semana, en el que también tuvo una lesión en los dedos de una mano, además de coincidir con el final del ramadán.
No obstante, en otro momento de su declaración, el inculpado ha dicho que la casa estaba «normal» e incluso «bien», ha negado que oliese mal, como mantenían los vecinos, y ha mantenido que toda la suciedad que aparece en las fotografías que se obtuvieron del inmueble responde a un «efecto imagen».
Asimismo, ha dicho que sus perros, un bóxer y un mastín, estaban bien cuidados y que él no ha cometido ningún «ilícito» por tenerlos en la casa.
Ha asegurado también que, a pesar de estar empadronado en su nueva casa de Villabona, él «desayunaba, comía y cenaba» casi siempre en el piso de San Sebastián con su esposa, a la que no alimentaba únicamente con bocadillos de mortadela, algo que, a su juicio, responde a una «calumnia» de la que, según ha dicho, se le ha acusado entre otras «falsedades».
Respecto a la dependencia emocional de su persona que padecía la víctima, ha sostenido que él nunca le amenazó con romper su matrimonio si ella hacía algo que no quisiera y, si bien ha admitido que tuvo un hijo con otra mujer, ha precisado que la relación que tuvo con esta era sólo de «amistad».
Respecto a los préstamos suscritos, ha aclarado que parte fue empleada para adquirir un piso de Villabona por debajo de su precio real, por lo que fue una «buena compra» que puso a su propio nombre porque su mujer le dijo que no había «problema» para ello.
Ha comentado también que otra parte del dinero de los préstamos, así como distintas cantidades procedentes del sueldo de su esposa, fueron empleadas para gastos «de casa» y pagar a «proveedores», así como a distintos negocios que había iniciado, como dos carnicerías, una herboristería y dos camiones, además de tener en proyecto la compra de un hotel en San Sebastián.
En cuanto a la adquisición de un vehículo de la marca BMW que también llevó a cabo, ha recalcado que «todos los ciudadanos pueden tener» este tipo de vehículos que él compró además de segunda mano.
Estado de indigencia
En la parte final del juicio, el fiscal ha subrayado que cuando empezó todo este proceso la víctima «era una persona sana», mientras que al final del «itinerario» vital que hizo con el encausado estaba «destruida y hundida emocionalmente, arruinada y endeudada de por vida por los préstamos contraídos».
El abogado de la acusación particular ha recordado, por su parte, la «repugnante» situación de «salubridad» en la que estaba el piso en el que residía la víctima, que fue descubierta por la Guardia Municipal en un «estado de indigencia, abandono y deterioro funcional y clínico».
La defensa ha pedido la absolución de su cliente, ha mantenido que la entrada en el domicilio en el que fue descubierta la víctima se hizo de forma irregular, ha dicho que, a pesar de su dependencia, la víctima «sabe pedir ayuda» cuando ha querido y ha mantenido que no estaba «anulada» por el acusado.
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